Comenzaba a anochecer cuando, con mis hijos, regresé a casa. Era el primer día de mayo. Nada más abrir la puerta, supe que el milagro había vuelto a repetirse. La última vez que se produjo fue en un, ya lejano, día de enero del 2021. Un aroma penetrante llegaba desde la terraza, situada al final del pasillo y del cuarto de estar que comunica con ella. Me fue fácil reconocer su intensidad: delicada, dulce, especial, ese olor característico de habitación de niño recién nacido. Tal vez, un pequeño capricho de la Naturaleza -por el tiempo en el que me visitaba este año, recién nacido mayo. Casi siempre, en casa, cuando quería, solía florecer dos veces en noviembre y febrero. Si había suerte, por supuesto. Mayo 2023 me brindó ese regalo quizá para atenuar otro -permanente y definitivo- dolor fuerte más y duradero. 
Y como leer siempre trae beneficio a la mente, recordé que, en un reportaje de Cruz Roja pude enterarme de que: garantizar agua y saneamiento es prioritario en una emergencia, lo sabemos todos y, también, que una crisis alimentaria mundial amenaza nuestro futuro. Pensé que, durante cuánto tiempo, las generaciones futuras podrán permitirse el lujo de poder regar y disfrutar, en casa simplemente, de las hermosas plantas que nos gusta ver crecer y, en algunos casos, oler su aroma. Por supuesto que si falta el agua, comienza la cadena de la sequía, la muerte consiguiente de los animalitos que polinizan las plantas, la sequedad del suelo, la escasez o falta total de lluvia, el cambio climático… Si los alimentos ya están por las nubes, díganme qué pasaría si esto ocurre. No es exagerado lo que leí y que ahora reflejo. Ya está ocurriendo en muchos países donde la hambruna está llegando y, en el peor de los casos, ha llegado. Las cifras que adelanta Cruz Roja son escalofriantes: 240 millones de personas no tienen acceso a alimentos adecuados y saludables para su edad, lo que les impide llevar una vida sana y activa. El hambre es una de las mayores causas de injusticia y violación de los derechos humanos. Sin ir muy lejos, hay personas que no pueden permitirse tomar carne ni pescado. Y añade que de los 10 países con mayores cifras de población en situación de crisis alimentaria, cinco son países africanos. Pensemos.