Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Dobres y Cucayo

15/03/2024

En algún momento recordé la historia que me llevó por estos lugares siendo joven y la impresión que me sugiere el hecho de estar fuera del mundo, lejos de todo, y al mismo tiempo, mantener a buen recaudo el legado de siglos.
Se localizan estos pueblos en Liébana, a mil metros de altura, donde hace falta arranches para vivir, pero no porque levantemos nada a la fuerza del lugar, no porque se sacie uno de oxígeno, que allí se encuentra a mares, sino porque son lugares muy apartados de todo lo que hoy demanda gran parte de la sociedad, y porque solo hay una vida y hay que vivirla de la mejor manera posible. Es el pez que se muerde la cola. Su identidad, su idiosincrasia, lo que nos sorprende por ancestral, se ha conservado por aislamiento, porque no se ha masificado el turismo. Se encuentra este precioso mundo entre dos espacios naturales de increíble belleza: los Picos de Europa y el Parque Natural de la Montaña Palentina. Mi tío Agustín era carnicero en Pernía y en aquella ocasión me llevó a estos pueblos, pocos años después de construidos los túneles que permitían el acceso a las dos poblaciones. Carretera que muere aquí tras los once kilómetros de recorrido desde la localidad de La Vega. Una de las Casonas de Dobres muestra tres piedras armeras con los apellidos Bedoya, Corral y Salceda. En la última puede leerse: «El montañés más valiente/ que con su espada lucida/ al moro quitó la vida/ y se libró de la muerte». Por Cucayo, el otro pueblo que menciono se subía a los puertos de Pineda, donde los ganaderos de Pernía llevan su ganado a pastar en verano. Son historias con mucho contrasentido. Si tantos beneficios genera para la gente vivir en estos lugares tan bucólicos, lejos del ruido, de la velocidad y de la prisa, ¿por qué se van cerrando los pueblos.? Quienes se deciden a vivir en ellos se acaban resintiendo ante la falta de atenciones. El mundo rural al que todos cantan, que a todos les encanta cuando vienen a verlo, es para que lo vivan y lo soporten otros. Que sí, tiene su encanto, pero tiene también su moraleja.

ARCHIVADO EN: Turismo