Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Ajuares

02/02/2024

Decíamos ajuares a los «atropos», a las malas pintas que llevaba alguien. También «alamares», que en Camporredondo suele entenderse por purrela o trastos de poco valor.
Quien se alampaba, se quemaba: «¡Quema que alampa!», acepción muy usada en Pernía. En cambio, yo nunca había oído la palabra «lastrada» que mencionan en Santibáñez de Resoba cuando aluden a una tierra que después de labrada se moja y queda superficialmente agrietada. Algunas palabras aparecen en el Diccionario de la Lengua Española con significados diferentes. Aunque las casas ya se han ido acondicionando, en el pasado siglo la mayoría no tenía cuarto de baño o tenía uno como mucho en el piso de abajo. En las habitaciones se utilizaba el orinal. Este recipiente de vidrio, loza o barro en Ventanilla se le conocía como «albañal». No podemos abandonar este apartado de la a sin mencionar la «albarca» o «almadreña», zapato o zueco de madera muy utilizado en la montaña. En Ventanilla precisamente se recoge una frase que complementa bien esta palabra: «En Tosande solía matar el tiempo haciendo machorras para las albarcas, cachavas, badajos y otros útiles para el trabajo y, cuando bajaba al pueblo, los mostraba con orgullo». Las machorras eran unos tacos de madera que iban encajados en las patas de las albarcas, donde por norma general se colocaban unas gomas. En Dehesa de Montejo, se conocía esa parte de la albarca, como «pezguera», saliente, en la parte bajera, donde se colocan las machorras o gomas para protegerla. Y toda esta historia relativa a este calzado, tan corriente en nuestra montaña palentina, lo saben bien los de Vidrieros, que hablan de los mejores artesanos y los inigualables albarqueros. Otra palabra muy curiosa es «alicuéncano», que en Barruelo se utilizaba para definir al sinvergüenza y a la ventosidad. Y por situarnos en la sintonía y echar una risa, quién no recuerda la palabra «alicate», no referida, naturalmente, a la herramienta, esa especie de tenaza metálica diseñada para realizar múltiples funciones. Nos referimos a ese niño guerrero, a ese niño travieso, al que, en la mayor parte de los pueblos de la montaña, le consideraban un pieza de cuidado, un alicate.