Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Fernando Delgado

22/02/2024

El DÍA, Santa Cruz de Tenerife, noviembre trece, de 1970 publicó: «En Palencia, una tarde de este verano, mejor, comenzaba el otoño ese día conocí a Marcelino García Velasco. Ya nos tratábamos como amigos por carta, después de que mediara  el poeta uruguayo Hugo Emilio Pedemonte. Esa tarde regresamos el pintor Toribio, su hermana y yo de recorrer, no con todo detenimiento, las prendas románicas de Palencia, no sólo los grandes monasterios y conventos sino también las humildes iglesias. En Salcedillo vimos el magnífico pórtico de su iglesia. En Palencia sería el propio García Velasco quien nos hablara de todo esto. Curioso andador y enamorado de la arquitectura, del arte. Nos haría caer en la cuenta de lo mal que hicimos al no seguir los consejos de una monja de clausura empeñada en que visitáramos el Monasterio de Frómista. Nos llevó al cenáculo poético del farmacéutico Fernández Nieto. Los poetas en Palencia publican versos en revistas y en Rocamador, la prestigiosa revista palentina. Hay, entre todos, un hombre que es poeta auténtico y de buena madera, Marcelino García Velasco, ese amigo del que empecé hablando. Un poeta al que se le nota su actitud de poeta. Refleja en sus ojos vivarachos, pequeños, toda una filosofía. Su sonrisa franca le retrata. La sencillez, la modestia carecen en él de toda afectación y la cordialidad hace discurrir la conversación con verdadero calor de amistad. Cuando llegamos al número uno de la calle de la Paz, cerca de una de las pocas fuentes luminosas de Palencia ya había anochecido. El poeta que conocía por cartas mis cosas y mis versos, se quedó sorprendido por esta visita de Canarias. Carmina, la esposa ideal del poeta, extremeña, nos dio posesión de su casa en la que todavía el pequeño Ignacio hacía de las suyas. A los pocos minutos, ya Marcelino señalaba en los mapas, rutas del románico, indicándonos camino hacia Ampudia. García Velasco hablaba de arte con verdadero enamoramiento. Nos regaló su último libro Tiempo atesorado. En él pude constatar la calidad de este poeta. Amigo de Garciasol, tiene la firmeza  castellana del poeta de La Alcarria. Verso limpio de retórica, cuidado en la expresión, machadiano a rabiar, poeta serio, dramático, atemperado, sobrio».
Gracias Fernando.