Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Calle del Aire

15/02/2024

Hace tiempo, cuando siempre íbamos juntos,  al volver de la Fundación Díaz-Caneja, llegando a la Diputación, atravesamos la calle en la que la plaza de abastos había sido restaurada. Lucía libre de puestos exteriores de venta de frutas y hortalizas, antes atendidos por los propios hortelanos, sin intermediarios. Beneficiosa resultaba al bolsillo aquella venta directa «del productor al consumidor». Compraba en uno cuyo dueño se apellidaba Obispo y recuerdo una anécdota, contada por mi marido que daba clase a los futuros frailes de San Juan de Dios. Recién llegado, el nuevo obispo de la ciudad quiso saludar al superior de la Orden y pidió hablar con él. Dijo que era el obispo. Contestación: «Mire, gracias, hoy no necesitamos nada». Momentos de confusión aclarados, pronto, entre risas. El hortelano que surtía con sus hortalizas y verduras era el mismo a quien yo compraba.
Mi padre, me advertía: no te vayas por las ramas; obedezco. Comencé la columna con este título porque ese día comentamos qué pena no haber aprovechado la ocasión para  que luciera -en todo su esplendor- el magnífico edificio de nuestra incomparable Diputación Provincial. Sí, añadí, al menos, circularía el aire por la calle en vez de colarse entre las casetas. No tuvieron mucha aceptación salvo, un tiempo, como floristería de aquella excelente fotógrafa, Merche de la Fuente, que cambió oficio por venta de  flores y que, hoy, atiende, con simpatía, detrás del Gobierno Civil. En serio o en broma, comenzamos a nombrar así el espacio: Calle del Aire. Cuando paso de la avenida hacia Don Sancho atravieso esa calle, dedicada a aquel simpático y campechano presidente que fue de la Diputación don José María Hernández. Un día me llamó para preguntar si tenía algún cuento infantil sin publicar. Si no lo tengo, lo escribo. 
Lo titulé Elsa y las golondrinas; las lindas ilustraciones son de Carlota Reja, destacada pintora en el  largo grupo de excelentes profesionales palentinos, y extremeños, que viven en esta tierra. Mi cuento acompañó a los niños que pasaban por Diputación. Cuando Colita ganó el Premio de Fotografía se llevó uno que pedí a Teresa para ella. Gracias José María. Fuiste buena persona. Mis palabras, un pequeño recuerdo cariñoso a tu buen hacer.