A lo lejos, muy al fondo, el mar, en una lejanía casi imperceptible, muestra su poderío azul que contrasta con olas de limpia espuma blanca. Hermoso si pudiera contemplarse libre del otro mar que está delante, el que forman cientos de invernaderos de plástico que aparecen en primer plano, negros unos, blancos los otros, pero todos por igual, desafiando la belleza que la madre Naturaleza          -cada día más degradada- ofrece, gratuitamente, a los seres humanos, sus hijos, que habitamos este único planeta que da vida, nos sostiene y alimenta.
Somos irresponsables, sí. Toneladas de plástico van a parar al mar. Los peces mueren, en muchos casos, porque los comen y, cuando se salvan, se convierten en alimento directo a nuestro estómago. Al mar le regalamos toda clase de porquería, las toallas de un solo uso que muchos irresponsables tiran al inodoro. ¡Cuesta tanto llevarlas al cubo de la basura! Hace poco pudimos ver cómo se había formado en el río Guadalquivir, a su paso por Córdoba, una isla de metro y medio de altura formada con ellas. Los atascos en la red de alcantarillado le cuesta a los cordobeses nada menos que 1,5 millones de euros. Greta Thunberg, por ser activista y defender la Naturaleza, ha sufrido burlas y el desprecio de quienes no son defensores del Medio Ambiente. Decían que sus padres se estaban enriqueciendo a su costa.
Vuelvo a los invernaderos. No sabemos el salario que les pagan a quienes allí trabajan por agacharse y sudar. Las brillantes fresas en su caja  apetecen, yo piqué y pagué 11 euros. Me pregunto cómo es posible que haya tantos 'intermediaros' en el camino, de modo que cada uno de ellos haga subir el precio final de venta. Y me permito pensar que, algo ocurriría si, por un tiempo, nos negásemos a comprar alimentos cuyo precio no es razonable. Tal vez si lo hiciéramos y se pudriesen almacenados, bajarían muchos precios. Alguien debería poner freno a este desmadre. Todo ha subido incontroladamente y el bolsillo de los más ricos se llena con el dinero de todos. Hay personas que pasan hambre pues no llegan con sus salarios a fin de mes. La fotografía que dio lugar a esta columna se publicó el 4 de marzo en El País. La firma Paco Fuentes. Mi enhorabuena. Despertar la conciencia ecológica debería ser premiado.