Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Antolín

02/09/2023

Pues claro. Día de grande de fiesta, de santo patrón en la capital y por extensión para toda la provincia. Y toca celebrarlo como se merece; con alegría y gozo. Saboreando lo mucho y bueno que ofrece la ciudad. Pidiendo salud y protección, jarana y convivencia, prosperidad y lo que sea menester. Palencia engalanada, con sus festejos y con amigos para recorrer las calles y dejarse llevar por la algarabía. Así nos viene el inicio de septiembre, a lo grande, aparcando la monotonía que en nada será la mecánica de vuelta a las clases, el trabajo ordinario y el retomar asuntos que quedaron olvidados en el cajón del verano. En breve, al corte y confección de siempre, como si no hubiera pasado el tiempo. Aunque, todo hay que decirlo, todavía quedan muchos municipios a la espera de sus patronales. Son los últimos cartuchos de «ahí nos las den todas» y después ya veremos qué pasa con el despertador y las rutinas que llevan al otoño. Una estación, por cierto, que gusta mucho a Tiburcio y que le produce grandísima felicidad interior. Me recuerda cómo eran los sanantolines en su juventud y las peripecias que tenían que sortear para librar del campo y coger la bicicleta. Que hacíamos como el Águila de Toledo, dice, riendo a carcajada limpia. Pero, por lo que sea, espera con cierta ansiedad que llegue octubre. Asegura que tiene magia su luz en el amanecer y que la sombra que proyectan los árboles de su camino diario ofrece otro sabor, otra esencia. Es nostalgia, seguro, porque la percepción de los recuerdos ha sido idealizada al superlativo y ningún presente indicativo podrá igualar su realidad. No le hace falta. Hoy, a mayores, me habla de Luisa, una chica que conoció en la plaza de la Inmaculada y con la que dio largos paseos por la calle Mayor. Con ella, por vez primera, visité el Cristo del Otero. Sus padres vivían cerca de allí. Silencio. Al final, nada. Me fui a la mili y se acabó. Pues vaya. Y sigue con sus sonidos de hoja caduca, esperando al señor Tomás que ya anunció que venía para quedarse en el pueblo. Ya le he dicho que se ate los machos para el invierno. No corra tanto. Semana a semana. Que si le dejo ya es Navidad. Yo a la tarde voy al Ortega. Si quieren venir los llevo y se entretienen un rato. Vamos.