Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Pisada

13/11/2021

Hay quien deja una pisada y pasa a la Historia. Era en la Luna y se veía aquí en blanco y negro. Con Hermida de fondo de pantalla y familias oteando el momento. Eso sí, siempre asomaba alguien que señalaba que era mentira. Imposible. ¿Doce lo consiguieron? Apolo tuvo la culpa. Aunque, bien perfilado, vete tú a saber el abandono de la causa. No hemos vuelto a poner un pie allí, dice Tiburcio. A lo mejor es que tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos aquí abajo. Que conviene seguir dejando huellas vitales para el mañana rural, pues la impronta del pasado no mueve molino pero afinca buenas ferias y mercados. Pisadas para que las hojas de otoño sean mineral en próximas andanzas. Pisadas de uva y vino, para que vayan macerando crianzas de viveros y alegrías que emprenden en polígonos huérfanos de tanta hectárea sostenible (y sostenida). Pisando fuerte, como el otro, con gozo, dejando que las penas se despeñen por los cipreses de los cementerios en sortilegio que se hace haz de vida y esperanza. Demasiado místico, lo sabe, pero lo deja caer. Es que yo también soy caducifolio y tengo las suelas desmayadas de tanto camino, polvo, lodo y siembra. Eso. Es lo que necesitamos, seguir cultivando, con grano que deje riqueza, que encienda luces, arrastre talento y traiga personal. Porque no es lo mismo esto que aparcar las cosas y dejarlas en un cajón esperando a que pase la tormenta o que caigan en el olvido. Ya sabes leer entrelíneas me dice. Y me encojo de hombros mientras sonrío. Ellos también se dan cuenta, pero necesitan más crema hidratante y les sobra aceite. Es que parece que les resbala. ¿A quién? Y no obtengo respuesta. Es otro ungüento, apunta. Más de lo mismo. Aplaudiendo lo de costumbre, farfullando con enojo, padeciendo los silencios. Son pisadas; unas dejan poso y otras heridas. Sean truenos y centellas, fuegos de artificio que no debieran terminar en un apagón. Da igual, porque aquí tiramos de enroje y gloria. Humo que sale para hacer señales por la chimenea. Alguno recogerá el mensaje. Por si acaso, también dejamos bufanda en la trébede, pero también en el ordenador y buscamos nuevas hormas. En resumen, zapatero a tus zapatos y arrea millas de cachaba mientras canta Hijo de la Luna. Venga.

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