José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Ruge el volcán

18/10/2021

España entera se encuentra estremecida y profundamente apenada por la erupción del volcán de "Cumbre Vieja" de la isla de la Palma. Las impactantes imágenes que, cada día, nos sirven los medios de comunicación son estremecedoras y aterradoras. La naturaleza en estado puro nos muestra su cara más destructiva y catastrófica. Con el corazón en un puño y profundamente impotente veo la tragedia y el drama que viven las gentes de aquella hermosa tierra, hoy más hermana y menos afortunada que nunca, sufriendo los estragos, la devastación y la ruina provocada por la erupción y por las coladas de lava vomitadas desde las entrañas de la tierra.

 

La dimensión de la catástrofe, cuantificable en lo económico, es incalculable en lo más íntimo y personal de los palmeños. La voracidad y la ferocidad manifestada por el volcán se ha llevado por delante, no ya el presente, sino el futuro de millares de personas que han perdido todo. Vaya hacia ellos mi condolencia y más sincera solidaridad. Toda la ayuda es poca y mucho el apoyo que van a necesitar para intentar reconstruir una vida injustamente maltratada y cruelmente castigada.

 

Las cifras de tanta desolación crecen de manera impenitente e in misericorde, demostrando la pequeñez del ser humano ante una naturaleza que se exhibe todopoderosa, a la que por cierto, maltratamos con igual brutalidad e irresponsabilidad injustificada. No veo belleza estética en las lenguas de fuego incandescente que, en su criminal camino, se abren paso por sus laderas hacia el mar, desolando cuanto encuentran a su paso. Más allá de lo hermoso en apariencia y atractivo geológico, está lo evidente, es decir, lo horrible, lo funesto y desgraciado.

 

El suelo brama fuego, gases y cenizas lacerantes que, con una violencia cruel, impone un riguroso y excesivo suplicio, a modo de condena, a gentes laboriosas en su legítimo afán por vivir del cultivo del plátano, del turismo, la pesca y un sin fin de otras meritorias actividades. "Hemos perdido todo" –manifestaba un isleño de avanzada edad-. Esta categórica declaración resume el duelo que sentimos los españoles.