Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


No lo entiendo   

13/05/2021

Primavera del año 2021. Tan lluviosa que subo y bajo las persianas varias veces al día para intentar que los cristales no se manchen tanto. Y, a la primera oportunidad, en cuanto el agua cesa, nos lanzamos a caminar en cualquier dirección a sabiendas de que podremos disfrutar de verdes praderas, sombra y resguardo, si vuelve la lluvia, bajo el amparo de las frondosas copas de distintos árboles que lucen su esplendor, como el castaño de Indias, que eleva airoso su porte y distinción para envidia de quienes cada vez, por edad, somos más bajitos. Claro que, quien se cobija debajo de hoja dos veces se moja.  
El agua limpia, y espero, deseo, que se lleve todo lo que estorba al curso de nuestro querido y, a veces, olvidado río Carrión que sufre la desatención de importante señora de nombre pomposo, nada menos que Confederación Hidrográfica del Duero, ¡ahí es nada!, ante el corto, sonoro, elegante familiar de Carrión. Ella parece madrastra dispuesta a no limpiar sus orillas y hacer opaco el sonido armonioso de nuestro querido río al dejarse mecer, suave e imperceptiblemente, si no fuera por la cantidad de carrizos, ramas, ‘árboles abolidos’ y lo que algunos indisciplinados ciudadanos le arrojan en despedida de botellones, y que flotan unidos para aguantar el dolor compartido que produce la desidia. Créanme, nuestro Carrión tiene su alma herida. Y recuerda aquellos versos hermosos que le dedicara Luis de Góngora: «Las aguas de Carrión, / que a los muros de Palencia, / o son grillos de cristal / o espejos de sus almenas» o los que escribió Paco Vighi  «La torre de San Miguel / quiere ser novia del río, / y asomándose a mirarle / tiembla de amor y de frío».
Claro está que, en estos tiempos de libertad elegida, a los poetas les iría poco bien y, hasta es posible que, si en alguno de sus solitarios paseos en íntimo disfrute de calma y belleza, reprendiesen a algún mozalbete que se propasase, recibirían una coz, quiero decir palabras malsonantes, cuando no algún que otro gesto despectivo porque de respeto, nada, y ¡vaya que estoy en lo cierto!, porque ni la piedra en la réplica de un monumento de un gran artista palentino, Victorio Macho, fue respetada. Acérquense a las Huertas del Obispo y observen la osadía de tanto tonto inútil.