Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Lo digital

08/01/2021

Mientras espero y programo, me fijo en una noticia de última hora, que ya se habrá quedado vieja cuando este artículo llegue a la tercera del Diario. Me detengo en una observación que hace Robert Darnton, el autor de Censores trabajando: «Ya no se escucha a la gente anunciando la muerte del libro impreso». Darnton, de quien nunca había oído hablar, tiene buena razón para ocupar la portada de un diario al decir eso. Estamos hablando de una figura de la historia cultural francesa, exdirector de las bibliotecas de Harvard, que habla del libro como un objeto antiguo difícil de matar. Tenemos más medios, más facilidades para leer un texto, pero se siguen publicando libros. Y apostilla: «El libro es uno de los inventos más grandes de todos los tiempos». Pueblos que se pelearon y murieron por ellos, como bien expone Irene Vallejo.
La misma percepción tuve yo con las fotos analógicas, y me equivocaba. «No te preocupes. No se puede comparar. La foto digital es más fría, tardará mucho tiempo en regularizarse. No tiene nada que ver una con otra». No había pasado un año y todo el mundo tenía en la mano una cámara digital, cuyo mercado fue creciendo sin parar, hasta terminar con aquel rollo de 35mm donde se escondían, supuestamente, fotos realizadas en un viaje a un país donde no volverías, fotos que sacaste en vacaciones; alguna borrosa de algún rincón querido; imágenes de tus amigos o de tu familia que irían a parar luego a un álbum o a una caja, momentos que recordarías luego con nostalgia. Jugabas con la sorpresa. Podías haber fotografiado un tesoro. También existía el temor de que se hubieran velado al abrir la cámara por un descuido a plena luz del día. Claro que, antes y ahora, por más avances tecnológicos que salgan al mercado, nada como el ojo humano. Sí es verdad que las fotos ya no se cuidan igual que antes. Ahora mismo son millones de imágenes para un instante que, por norma general, se acabarán perdiendo o se acabarán borrando porque todos los gigas del mundo serán pocos para que soporten tantísimo material. Yo he visto miles de caras expectantes ante un sobre de revelado, y muchas decepciones. Una foto ya no te asombra ni te emociona como entonces. Lo suyo es borrar sin parar, eliminar para hacer sitio o almacenar en una especie de trastero donde van a parar todas aquellas cosas que no necesitamos.