Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Nunca hacia atrás

06/08/2020

Era el mes de mayo, la crisis del coronavirus se había cebado en muchos sectores; en la hostelería las cifras saltaron de modo alarmante: se habían perdido casi un millón de empleos. La desescalada abrió la puerta del túnel de la pandemia, libró del periodo de confinamiento y brindó un resquicio de esperanza a quienes tenían su negocio en el ramo. Las normas dictadas para poder reabrir los locales, sensatas y de obligado cumplimiento, dieron lugar a que parte de los empresarios del ramo se lo pensasen, hicieran números y abriesen o no. Y, a pesar de que algunos continuaron con la persiana bajada, otros se atrevieron a dar un primer paso y lo hicieron con mucha prevención, respetando cada norma sanitaria de higiene y, por supuesto, compartieron esa responsabilidad  con todos sus clientes.
Nunca llueve a gusto de todos ni se escribe con mano firme siempre: hubo mozalbetes y mayores, personas de mediana edad o no tanto, a quienes obedecer, aunque sea por su propio bien, les cae como pesada losa. Hicieron de su capa un sayo organizando encuentros cariñosos y multitudinarios, barbacoas, reuniones familiares y de amigos, quedadas y botellones...
Chiquito pero matón,  el virus se coló entre quienes -solamente- querían pasarlo bien y escapar un poco de la reclusión beneficiosa que ellos tomaron como cárcel y obligada privación de libertad. El problema se agravó. Los contagios hicieron presencia en la progresión de tres por uno. Caminaron hacia atrás. Y perjudicaron a personas mayores que caminamos, aún, con ilusión de vivir.