Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Aquel alumno

23/03/2023

Hoy dedico mi columna al profesor Enrique de Guzmán Mataix. Leí, su Tribuna Abierta en Diario Palentino el pasado jueves, 16 de marzo, sus cariñosas palabras y el recuerdo imborrable hacia uno de sus alumnos, Jesús, a quien conoció en el vestíbulo de su lugar de trabajo, el IES Trinidad Arroyo. Lo cuenta: me topé con un chaval al que casi nadie hacía mucho caso precisamente. Sentado en una silla de ruedas, que empujaba su cuidador, un hombre afable que parecía mantener una buena relación con el muchacho. Jesús tenía una mirada limpia y un gesto de inconformismo con su verdadera realidad. Jesús coexistía con una grave anomalía genética, la acondroplasia, que muchos confunden con enanismo, aunque no sean términos sinónimos. Sus piernecillas y sus cortos brazos le impedían realizar actividades de lo más normales para la mayoría de los seres humanos. Expone que, al conocerlo, se interesó de inmediato por él. Una realidad que jamás viví durante los más de 40 años en los que fui maestra.
 Y, como buen docente, es capaz de mostrarnos su ternura, ese don del que algunos prefieren evadirse, tal vez porque los hombres no muestran sus sentimientos si eso les hace sentirse 'más hombres'. Y se interesa por los proyectos del muchacho que quiere ser periodista. Y él sabe que, posiblemente, puede, solamente soñar pues las circunstancias económicas de su familia no dan para grandes desahogos…Y, estoy totalmente de acuerdo con Enrique cuando asegura que el dinero sigue siendo vital para salir adelante una persona discapacitada. Y, dije ternura, porque la tuvo cuando animó al muchacho diciéndole que con becas podría llegar a la meta.
Hay que tener esa capacidad para escuchar al alumno. Estoy segura de que muchos alumnos que se quedaron a medio camino entre estudiar o, buscar -ahora sería más difícil- un trabajo, hubieran agradecido una voz amiga que hubiese removido como en el poema de la lira, no unas manos, sino una voz. Y el profesor escuchó, entendió y animó. Y todo lo hizo bien. No me extraña que sufriera con el triste desenlace de la historia. No revelo el final. Es posible que, en Diario Palentino puedan adquirirlo. Si se acercan a  la biblioteca de Eduardo Dato, leerlo. Si lo desean, o se han quedado con ganas de averiguarlo. Gracias, profesor.