Víctor Corcoba

Algo más que palabras

Víctor Corcoba


Balance

27/12/2022

Quizás tengamos que reavivar el espíritu, rejuvenecernos en un consenso mundial que nos fraternice, activar el compromiso responsable de lo que uno realmente es, sin cerrar los ojos del corazón, y así poder alcanzar un sentido plenamente humano en nuestra historia viviente, que ha de reorientarse hacia la civilización del amor, sobre todo lo demás. De lo contrario, todo será destrucción, como demuestran hoy tantas tendencias y situaciones de hecho. 
La confusión es una realidad que está ahí, con una crisis de conceptos verdaderamente temibles, que nos instan a renovar la conciencia y el compromiso de los individuos, habiten donde habiten, con los derechos humanos. Sin estas premisas universales e indivisibles, es imposible sentar las bases para la concordia e impulsar un desarrollo con justicia e igualdad para todos. Indudablemente, la edificación de un nuevo modelo de ciudadanía, nos exige un cambio total, auténtico, y es evidente que en semejante situación cultural, la familia tiene que dejar de sentirse amenazada por esas corrientes que todo lo enredan y fragmentan.
Conviene, en consecuencia, que la sociedad humana, y en ella las familias, indaguen en una justa visión su plena realización existencial. Ya está bien de tantas contiendas sin sentido, que lo único que desencadenan es un aluvión de sufrimientos. Sólo hay que mirar y ver las personas necesitadas de apoyo psicosocial, porque son incapaces de superar el trauma por el que han pasado. La violencia es tremenda, tanto es así, que deberíamos ampliar los servicios humanitarios esenciales, incluida una red de espacios seguros, centrados en los supervivientes. 
Cada día, por cierto, hay más niños huérfanos de padres vivos. Por supuesto, todo el mundo parece lavarse las manos, incluidas la mayoría de las instituciones que carecen o tienen medidas insuficientes para proteger las vidas de sus ciudadanos, lo que significa también que falla la voluntad política y de inversión. Bajo este deprimente contexto, tampoco nos podemos hundir, es cuestión de modificar actitudes uno mismo, de tomar el propósito de enmienda, reconociéndonos arrepentidos de nuestras propias miserias humanas.