Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Dineritos surtidos

11/06/2022

De vez en cuando saltan noticias que asustan positivamente: cuando te dicen que arrancan nuevos polígonos industriales que cuentan con un presupuesto que alucinas. Pero luego lees la letra pequeña y lo que dice es que se habilita el espacio, la infraestructura y todo lo demás. Que digo yo que no es asunto menor, sino mayor que dijera el otro. Y uno, en su inmensa ingenuidad, da por sentado que cuando se realizan inversiones de tal calado es porque ya se tiene algún as en la cartera. Es decir, que ya tenemos empresas interesadas en afincarse en nuestros pagos rurales. Porque, quitando honrosas excepciones y enclaves estratégicos, vemos mucho camino asfaltado y con farolas donde, como mucho, se ha asentado los talleres y los negocios que antes andaban diseminados por los cascos urbanos. Cierto es que también llegan algunos negocios, pero se pueden contar con los dedos de una mano. No sé, habría que valorar lo que nos cuesta gestionar estos espacios y analizar sus resultados. Claro, soy consciente, no son inmediatos. Y expertos hay que lecciones podrán darnos para que lo entendamos mejor. Eso sí, desde la calle y con el desconocimiento propio de quienes somos torpes por naturaleza (¿). O puede ser que nos lo explican a medias. A todo ello habría que añadir que muchos de los negocios que muestran su amor por nuestra tierra son los que rechazan en otros lugares (reflexionemos motivos) y, por si fuera poco, nosotros también tenemos nuestras preferencias (anhelos) y luego está la realidad de lo que no se quiere que venga, llegue y se instale y que – en algunos casos- son negativas aplaudidas y jaleadas por los que no tienen intención de venir a vivir aquí. De momento, lo que se ve es que seguimos dependiendo de dos/tres empresas potentes. Que como un día tiemblen nos vamos todos al suelo. Y que algunas de las magnas a lo mejor eran gigantes con pies de barro. Ni idea. Que un servidor no es economista ni matemático ni político ni vendedor de humo. Sólo sé que no sé nada y que habría que apostar de abajo arriba, de lo pequeño a lo grande. Muchos pocos, tal vez, con serenidad. Como dice Tiburcio: andamos confundidos entre retos demográficos, médicos a cuentagotas y aspiraciones que te dejan pensativo. 

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