Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Recordando a Santiago Francia

04/08/2022

Recordar a un buen amigo, volver a leer sus libros, me agrada. Por eso voy a dedicar unas columnas a aquel inteligente y prolífico autor que me hizo conocer parte de la Historia de nuestra querida ciudad, desde las cofradías hasta las aventuras de nuestros compatriotas en las Américas. Y como fueron muchos los palentinos que llegaron a ser obispos, vamos a comenzar por un astudillano: Manuel González Virtus, quien, a sus treinta y cinco años, era nombrado obispo de Córdoba del Tucumán, en Argentina. Hijo de Lucas González y Mariana de Virtus. 
El  1 de enero  de 1673 recibió el Bautismo en la iglesia de san Pedro. Es posible que sus primeros estudios los cursase en el Colegio-Seminario de Palencia. Debieron ser brillantes pues a los 27 años era Provisor del obispo Manuel Navarrete en Mondoñedo quien se lo llevó a Burgos cuando fue trasladado a dicha ciudad. Y, en premio a su valía,  recibió una Beca  para estudiar Cánones en el afamado Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Anacleto Orejón escribe que «en julio de 1708 le dio S.M. el obispado de Tucumán en la isla de Tierra Firme, provincia de Perú». ¿Argentina? ¿Perú? Ambos datos están tomados de las páginas 54 y 56 respectivamente. Su consagración tuvo lugar en Torquemada el 8 de septiembre de 1709.
Alguna causa inesperada, pero desconocida, le obligó a demorar durante casi dos años su toma de posesión en aquellas lejanas tierras. Sí se conoce la ciudad en la que permaneció aguardando el momento de iniciar su aventura religiosa: Sevilla. Y como es cierto aquello de que el hombre propone pero Dios dispone, la muerte le llegó a Manuel González Virtus antes de embarcarse. Su obra en las Américas hubiera sido importante: inteligencia y vocación para desarrollarla no le faltaban.