José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Helena

08/07/2022

Hay nombres rotundos, cuajados de personalidad y carácter, otros –demasiados creo yo- son calcos de seriales televisivos anglosajones, lo cual dice muy poco a favor de quien los lleva. No citaré ninguno de ellos, por cuestión de cortesía y necesario respeto, sin embargo abundan en demasía y con un éxito social imposible para mí de entender.
Elena, o Helena –según se prefiera- es una denominación de origen griego que denota notoriedad, reputación, talla y brillantez. Su traducción al castellano se refiere a «una mujer que resplandece o brilla junto al sol», y a fe que es bien cierto. Sus cualidades, entre muchas otras, son las de ser resplandeciente, deslumbrante y brillante. Les puedo garantizar que es una verdad incontestable.
En las iglesias católica, luterana y ortodoxa se la reconoce como santa –Elena de la Cruz, o Elena de Constantinopla-, nada más y nada menos que la madre de Constantino I, el Grande, emperador romano de comienzos del s.IV. Su nombre latino era Flavia Julia Helena, perteneciente a la familia de la dinastía constantiniana.
Su naturaleza piadosa, familiar, devota y como amantísima madre, es reconocida y distinguida por el culto cristiano. Muchos son los patronazgos que tiene, de entre los que destaco los de matrimonios difíciles, divorciados y de los arqueólogos. 
Es sin duda un nombre hermosísimo y muy bello, enraizado en nuestra cultura grecolatina, esencia de nuestro acervo heredado. 
 También está vinculada a la trágica Guerra de Troya. Según la leyenda de Paris y Helena de Troya, era la mujer más bella del mundo. Tanto era así que, pese a estar casada con el rey espartano Menelao –hermano de Agamenón, rey de Micenas-, se fugó con el príncipe troyano Paris, lo cual provocaría el comienzo del conflicto. Probablemente algunos recuerden la película titulada Troya, centrada en este espinoso asunto.
Sea como fuere, cuestiones legendarias y bíblicas aparte, para mí evoca emoción, cariño, ternura, belleza, afecto y amor declarado y confeso. Muchas veces sobran las palabras. Un nombre lo puede decir todo.