Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


La negatividad

02/05/2023

Dia a día, tras levantar la mañana, vienen los informativos de radio y televisión cargados de noticias negativas y, aunque sean positivas, rápidamente se trastocan, por una causa u otra, en negativas. 
Es el caso de la pretendida nueva ley de la vivienda. Yo, como profesional, llevo trabajando no con una sino con innumerables leyes de la vivienda, que Belarra desconoce, y un decreto transformador de los arrendamientos con las actualizaciones congeladas durante muchos años, hasta que Boyer decidió actualizarlos. 
Don Ramón Gusano, experto abogado, letrado de la Cámara y conocedor del Estado, me decía: "Si Franco, con todo su poder, no ha actualizado los alquileres, ya no lo hace nadie».
Por eso, pensé que era una utopía, deseo insatisfecho, hasta que un ministro socialdemócrata, de familia bien, los removió del árbol como fruta madura. Boyer transformó la vivienda, de las que el Estado había hecho cantidades ingentes protegidas y el mercado del alquiler. Mercado que en Europa está por encima de todos los inmobiliarios.
Ahora se anuncia la creación de 50.000 viviendas y, al día siguiente, la dicha en un pozo: solo contamos con 9.000 de la Sareb y finalmente la cifra se convierte en dos barrios de 3.000 viviendas, como el sevillano.
Dicen: «Eso lo hacía el Tío Paco en tiempo de rebajas». Y callamos con razón. Una noticia aparentemente buena se estropeaba. Desde 2010 no ha dejado de aumentar la negatividad de las noticias. 
Y es que la solución con ideas felices solo se produce numéricamente, porque el papel aguanta todo. Un afamado arquitecto socialista que actualizó el Plan General de Madrid, Eduardo Mangada, dijo prediciendo el futuro: «Madrid ya no puede crecer más. Hay que trazar un Plan General para ese supuesto». Y a los dos meses se desechó la hipótesis por ridícula y obsoleta.
Por eso, la gente, ante la nueva ocurrencia, dice: «Yo me hago un Ferrovial, como si fueran las alforjas de Villadiego».
Y lo que de verdad ha crecido en nosotros es la ira, el asco, el miedo, la tristeza, la incredulidad y la incertidumbre. La negatividad. 
La alegría y neutralidad en el panorama vivencial han ido a la baja.