Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


El beso

27/08/2023

Ha sido la noticia del mes, junto con las olas de calor. Ni la política, con estar viviendo momentos apasionantes, ha podido competir en los medios con el beso. El triunfo de la selección española de fútbol femenino ha quedado palidecido frente al poder del beso. Ya ni se habla de que las leonas españolas son campeonas del mundo. El episodio ha sido tan hábilmente utilizado por el sector «progresista», sección feminista radical, encabezado por la que, aunque cueste creerlo, sigue siendo ministra del Gobierno, Irene Montero. A su llamada acudió la legión feminista con presteza, con declaraciones que fueron intensificando el tono hasta límites increíbles. No faltó más que pedir prisión permanente revisable para el presidente de la RFEF, señor Rubiales. Y tal camino llevamos, que a nadie le sorprendería que se pidiera esa condena. Las declaraciones se han sucedido con tal celeridad que la situación del reo ha ido empeorando minuto a minuto. El aún Ministro de Cultura inició la escalada de adjetivos dando la salida al torrente de expresiones que fueron extremándose hasta convertir el beso en los labios a una joven futbolista, en una violación. La joven campeona, asombrada por la importancia que el beso iba adquiriendo y bajo presión, ha puesto el caso en manos de su sindicato. Rubiales, asustado, ha pedido torpemente disculpas que no han sido aceptadas. Es un éxito de la autora del desastre legislativo de la Ley del «sólo sí es sí» para hacer olvidar el escandaloso número de delincuentes sexuales que se siguen beneficiando de ella. Rubiales, grosero y maleducado, se ha convertido, por chulería estúpida, en un perfecto chivo expiatorio para la señora, aún Ministra, Irene Montero. La agresividad de este feminismo radical va extremando la vigilancia, como demuestra el caso del periodista que sufrió un lapsus «terrible: dijo «campeones» en vez de «campeonas» e inmediatamente recibió los insultos «merecidos». Aquí nadie está a salvo. Los guardianes de la moral pública no descansan.