Ilia Galán

Ilia Galán


Antiguo es nuevo

03/07/2023

Anuncian que lindo va a quedar el Cristo del Otero, la colina que tanto recuerda a Río de Janeiro, con la gran escultura del escultor palentino, Victorio Macho, y me alegra, aunque tal vez me da algo de pena ver que en nuestros días cuidamos mucho del arte que representa al Mesías, entendemos su gran valor cultural, pero cada vez menos su valor como referente, como modelo. 
Veo pocos -y me pongo en primer lugar- que imitemos lo mejor del Nazareno adecuadamente. ¿Están acaso ahora de moda las virtudes? Más bien se promociona el éxito fácil y externo, la sensualidad sin espiritualidad, el consumismo aturdido, la ebriedad patética de quien se sumerge en las drogas de las cosas, sin mirar más allá... Pocos cuidan de los demás con amor, pocos son o quieren ser Amor, representación de la luz... Más bien la quieren acapararla para mandar, dominar, ganar más dinero, pasarlo mejor... 
El Cristo que sanaba, curaba las almas con la gran esperanza, con una mirada que todo y a todos alcanza, el que se entregaba a otros y daba de comer, escuchaba, enseñaba, ese es pocas veces reconocido entre los que caminan las calles de nuestras poblaciones, ni siquiera en muchos clérigos, como funcionarios o burócratas del Espíritu, que transmiten tristeza o tedio...
 No es ese el modelo. Mejor que las estatuas sería tener más cristos vivos que llenen a los demás de alegría, de paz y esperanza, que enseñen a amarse a los unos y a los otros... 
Mucha gente habita sola, angustiada, pocos van a visitar a los encarcelados, enfermos o ya ancianos que quedan abandonados, mientras el Nazareno dice que cuando a ellos visitemos o vistamos y alimentemos al pobre a Dios lo hacemos. Orar con los hechos, no solo encadenados a rosarios... Levanten el alma a lo Alto, sí, pero lo importante, lo verdaderamente importante es perdonar para poder ser perdonados, que venga su Reino, el del Amor, que lo hagamos venir o permitamos no ser opacos y que dejemos pasar su Luz, que se haga esa voluntad divina de la bondad, de intentar hacernos felices unos a otros, que realmente seamos hermanos todos: Dios padre bueno que a nadie excluye.