Ilia Galán

Ilia Galán


Peatonales calles

13/11/2023

La tendencia es clara pues es moda en las grandes ciudades. Yo, que habito en la capital de España, la sufro y gozo. Moda extendida a muchas partes: cuando leo que se van a peatonalizar más calles del centro de Palencia, como también ocurre en algunos pueblos, por un lado me alegro, por otro temo. Me anima porque circularán bicicletas o patinetes, porque más gentes irán caminando tranquilas por entornos hermosos y, al parecer, los comercios se verán más beneficiados, ya que uno no entra en coche a una tienda para llevarse la compra. Habrá zonas más tranquilas, sin contaminación, sin inhalar el humo de los derivados del internacional y malhadado petróleo, apartados de ruidos de motor. 
Temo porque normas muy rígidas hacen expulsar a los habitantes que moran esas zonas, dejándolas solo para turistas o para oficinas, ya que algunos necesitan llegar al portal de casa con la compra o lo que traen del viaje -tal vez están mayores o les duele una pierna y no llegan a obtener los certificados de discapacitado-. Tampoco pueden visitarles ciertos amigos, si ni siquiera el taxi puede llegar a su puerta y, finalmente, han de dejar la zona en la que tal vez crecieron de niños, expulsados por la moda. 
Asimismo, tampoco se percatan a veces las autoridades del gasto de tiempo, energético y la contaminación que los coches pueden hacer si han de hacer un rodeo muy grande, engendrando el cabreo en los conductores que han de dar una vuelta enorme para ir de un sitio a otro, cuando antes se hacía fácilmente. Conjugar estos extremos no es fácil, la ciudad del caminante y la del que necesita las máquinas, el transporte (como hoy casi todos alguna vez requieren). No vayamos de un extremo a otro.
Quienes amamos las ciudades humanizadas no tenemos que perder de vista otras necesidades. Habrá que combinarlas sabiamente y para eso se requieren en los ayuntamientos personas, técnicos eficientes, que sepan hacer lo que se requiere y no solo amiguetes de un partido colocados por el dedo del mandarín de turno, para pagar los favores. Han de gobernar los mejores y quienes saben. ¡Cuánto se incumple! Basta ver la Corte.