Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


Los olvidos

12/06/2023

El otro día en el Teatro Principal de Palencia asistí a un concierto de Abraham Cupeiro titulado Los sonidos olvidados. Fui porque entre los músicos de la compañía se encontraba Claudia Do Minh, joven intérprete de reconocido talento, procedente de una familia de la Montaña Palentina. Ella acompañaba con su viola, y me había avisado de tal evento. Era verdad que Cupeiro es un mago rescatando instrumentos del pasado y sonidos ya olvidados. Después Claudia Do Minh me hizo leer a Luciano Berio, quien se pregunta por qué olvidar la música, y responde, pues, porque hay mil maneras de olvidar y de traicionar su historia, «porque la creación siempre implica un cierto grado de destrucción y de infidelidad». El poeta palentino Enrique Gómez Crespo ha bautizado como libros silenciosos los desconocidos, los olvidados. Como esas Cartas olvidadas, de las que habló Alberto Arija, y que ahora propone con sus documentales bonaerenses, (Pasaje de ida) rescatar del olvido a las gentes de la emigración. Como Miguel Sánchez trata con su documental Comuneros de no olvidar 1521, y aquel último levantamiento (que «desde entonces Castilla no se ha vuelto a levantar»). Como aquella publicación de nuestra admirada Casilda Ordóñez, Rescate de un escritor olvidado: Teófilo Ortega. En realidad, hay razones para el olvido. Siempre. Poderosas razones. Pero merece la pena hacer el esfuerzo de recordar. Y no sólo porque Borges nos convenció de que «una sola cosa no hay, es el olvido». Sino porque Freud nos mostró que lo reprimido retorna en el síntoma y que se vive (y se duerme) mejor, mucho mejor, si miramos y «leemos» de frente lo que de verdad aconteció en nuestras biografías individuales. Junto a Los sonidos olvidados de Cupeiro propongo situar la idea de música callada de Juan de la Cruz (Cántico espiritual): «música callada porque es inteligencia quieta, sin ruido de voces; y así se goza en ella la suavidad de la música y la quietud del silencio». Pero advierte: «aunque aquella música es callada cuanto a los sentidos y potencias naturales, es soledad muy sonora para las potencias espirituales».