Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


Multitud solitaria

26/03/2024

Nunca estamos más solos que cuando estamos en medio de una multitud. Siendo éste un dicho común me sorprendió encontrarlo en medio de un libro escrito en 1899 por el padre de la escritora Virginia Woolf (Elogio del caminar, de Leslie Stephen, N?rdicaLibros, 2024). Su argumento es interesante, al caminar entre la multitud existiría una vaga simpatía con el ajetreo que nos rodea, que es estimulante, pero que se «percibe cada estímulo concreto a un nivel inconsciente». Ello le permite al autor colegir que su mente trabajaría «más continua y coherentemente durante un paseo por la calle que en cualquier otro sitio». Quizá toca muy bien este escritor, un montañero de los del siglo XIX, el problema de las conexiones entre soledad y multitud, punto central en nuestra época y base de no muchos malestares. Cómo no darse cuenta de que los más solitarios son aquellos que permanecen a la vista de todos, y de que su sufrimiento radica precisamente en no poder conectar con nadie. Es como el ejemplo de quien dentro de la verja del Obelisco de Luxor parisino o de la estatua monumento de la Place Vendôme siendo objeto de la mirada de todo el mundo no puede entrar en contacto con nadie sino con su silencio, cual mendigo en la calle, cual monumento pétreo. Esta queja es frecuente en nuestro tiempo, proveniente de quien se encuentra rodeado de muchos amigos y amistades, de muchos objetos sofisticados, pero no puede sino enunciar en silencio un sonoro: ¡estoy solo!, ¡estoy sola! El asunto, si se quiere conducir más allá de la queja, sería poder hacer algo con la aceptación de la soledad. Por eso me llamó la atención la conexión que el escritor y alpinista inglés realiza entre soledad, multitud y trabajo creativo. Dice que puede crear más mientras pasea, pues ese bullicio se almacena en su inconsciente, lo estimula y no es estorbo.  Esto explicaría el creciente gusto de los jóvenes por llevarse el ordenador a los cafés y teletrabajar desde allí, explicaría el gusto por escribir en los bares de algunos poetas y novelistas, explicaría el entusiasmo por transitar caminos históricos repletos de otros caminantes. La soledad del corredor de fondo en medio de una carrera, la de un director de periódico, la de una alcaldesa, la de un psicoanalista. Nunca estamos más solos que cuando estamos en medio de una multitud, y siempre acompañados de nuestro propio inconsciente.

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