Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


Toros

10/09/2023

Concluyó la Feria Taurina de San Antolín en Palencia y se impone hacer algún comentario de los que, como es mi caso, somos aficionados y abonados. Ha sido una feria con incidencias: Toro inválido devuelto a corrales, toro indultado por su bravura, corrida suspendida por la intensa lluvia. Llama la atención la generosidad del público palentino a la hora de conceder trofeos a los toreros. Casi todos ellos fueron galardonados con evidente liberalidad. Alguna de las tardes taurinas palentinas ha resultado especialmente satisfactoria, a pesar de los fallos estructurales que presenta la plaza. Yo destacaría la actuación del peruano Roca Rey por su vibrante modo de torear, su generosa entrega y el carisma personal que atrae al público más joven. Artistas como él contribuyen a crear afición. El madrileño Julián López, el Juli, dio una lección de inteligencia en el ruedo. Va despidiéndose de las plazas en las que torea por última vez ya que ha anunciado su retirada. No perdamos la esperanza de volver a ver al veterano maestro de nuevo en los ruedos. Es habitual que los artistas, aunque lo anuncien, no puedan retirarse de manera definitiva y hagan público su regreso a la actividad que les es propia. Cuando el arte, en cualquiera de sus ramas, conforma la personalidad del ser humano, es imposible renunciar a su constante llamada. Tanto que, a veces, el artista no es consciente de su disponibilidad física y emocional para ejercer aquella actividad que le reclama perentoriamente.  Lamentablemente hemos presenciado en los escenarios principalmente, pero también en los ruedos, la lucha agónica contra la edad de quienes acuden a la llamada sin ser verdaderamente conscientes de sus facultades. En el caso de los toreros esa situación puede resultar trágica. La literatura ha dejado testimonios de toreros verdaderamente heroicos que, sin ser conscientes del paso del tiempo, han querido resucitar sus éxitos pasados. Ramón Gómez de la Serna con su peculiar sentido del humor, en su novela El torero Caracho glosa la figura de Cayetano Carazo o Caracho que se convierte en la imagen del torero de vocación irreprimibible, incapaz de abandonar el ruedo y sus consecuencias. A veces ocurre.