Entre los jóvenes palentinos que decidieron apostar por trabajar en una explotación ganadera está el villamorontino Francisco Caminero, de 30 años, que después de estudiar Ingeniería de la Energía en la Universidad de León (ULE) y de probar con un empleo relacionado con su ámbito académico, decidió retornar al punto de salida: su pueblo y el negocio familiar.

Hijo, sobrino y nieto de ganaderos, ya conocía la dureza del sector en primera persona porque siempre había echado una mano en fines de semana y periodos estivales, pero era un mundo que le gustaba. «En 2015 me quedé y hace dos años me incorporé», comenta Caminero, quien considera básica la modernización de las explotaciones para el futuro de la ganadería. «Ahora mismo, la falta de personal es uno de los grandes problemas. Es muy difícil encontrar personal. La gente no quiere trabajar en este sector, y los ganaderos están intentando robotizar todas las funciones que pueden hacer las máquinas de manera automatizada para que no las tenga que hacer una persona», declara. En su caso, manifiesta que inicialmente adquirieron varios robots de ordeño de vacas. Fue el primer paso. Esta experiencia fue satisfactoria y doblaron el número de máquinas. Además, hace un año reforzaron la automatización de la empresa con un robot que acerca la comida a los animales y renovando sus instalaciones de Villamoronta. Estos cambios, además, han facilitado que la producción familiar se haya doblado sin tener que depender de más personal, no porque no quieran contratar sino porque «no hay». «Para continuar hay que crecer», añade.

Pese a estar contento con su vida laboral en la actualidad, este joven ganadero recuerda que las explotaciones están soportando la subida elevada de los insumos y unos precios de la leche que no han aumentado de forma similar. De hecho, denuncia que hasta hace unos meses seguían cobrando cada litro de este producto a 0,32 euros.