Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Crucero universitario por el Mediterráneo

29/09/2020

El comienzo de curso, la contradicción de los espacios de aulas con el COVID revoloteando ha sido difícil de solucionar. Yo, conocedor de los intríngulis de Educación, con unos buenos inspectores, como existen, lo veía resuelto.
Porque la Institución Libre de Enseñanza, con métodos krausistas de finales del siglo XX, se decantó por una escuela peripatética, de paseos y conclusiones didácticas y la escuela gestáltica, lo resolvió a principios de siglo con un nuevo aula.  Los marxistas Bela Balazs y Walter Benjamin establecieron la reproductividad mecánica de las obras de arte y Edmundo Carpenter  y Marshall McLuhan nos adentraron en el mundo tecnológico del aula sin muros, donde lo importante era la teoría de la comunicación.
La educación ha dejado de ser tarea exclusiva de la escuela, el medio es el mensaje y la pedagogía puede ser virtual. En Palencia se decía: los hijos de los pobres al amanecer en pie, si no trabajan ven.
Y a establecer esa pedagogía contribuyó positivamente un crucero por el Mediterráneo, promovido por la Institución Libre de Enseñanza en la República, para estudiar otros procedimientos pedagógicos. Estaba integrado por doscientos alumnos y profesores universitarios, lo más granado de la intelectualidad española, Ortega y Gasset, los Spottorno, Vicens Vives, el arqueólogo Pericot, el aún estudiante de arquitecto Chueca Goytia y por entonces un estudiante de arquitectura palentino: Manolo Polo Martínez de Azcoitia, un tipo simpatiquísimo, introducido en un Madrid intelectual y bohemio, con una carga humana excepcional.
Se contaba que en aquel viaje se quedó sin dinero y hubo de pedirlo a un hombre de un oasis que dio la casualidad era de Villamuriel. Aquello era normal en él, porque el dinero era poco importante para un hombre generoso y desprendido. En otra ocasión fue a cobrar a Barcelona sus trabajos para un hotel importantísimo, le pagaron, lo gastó y para volver a Palencia también tuvo que pedir dinero a casa. El gran Manolo Polo era así. Y nadie podría prever que casi un siglo después, en esta pandemia, nos acordáramos de él en su búsqueda por otros procedimientos pedagógicos.
Bienvenido al recuerdo colega.