Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


La calle Mayor

08/02/2022

Me llega al whatsapp un meme que reproduce un dibujo de la estatua del arquitecto palentino Jerónimo Arroyo que se yergue en la Bocaplaza, preguntando que qué pasa en Palencia. A su alrededor solo aparecen locales comerciales en venta y alquiler. A todos nos entristece ese lamentable paisaje. Especialmente a los que hemos crecido en la calle Mayor. No hay nada más castellano que esa calle. La nuestra es amable y acogedora con esos largos soportales que nos protegen del frío y la lluvia con amor maternal bajo los que transcurrieron los paseos de nuestra adolescencia. Tiempos dorados en los que todo parecía transcurrir lenta y dulcemente. En la calle Mayor de mi infancia se encontraba una tienda de muebles, propiedad de mi tío Ángel, que contenía una interesante colección de libros que decoraban las estanterías que se vendían en la tienda. Allí comenzó mi afición a la lectura. Las vacaciones escolares eran muy largas y yo me veo sentada en la trastienda devorando aquellas divertidas aventuras de Guillermo Brown que tanto me gustaban. De Crompton pronto pasé a Verne, Salgari o Agathe Christie. Fue el despertar de la imaginación y el descubrimiento de que a través de la lectura se podían vivir otras vidas, inalcanzables en aquella pequeña sociedad que era mi limitadísimo mundo. 
Al hablar de la calle Mayor, los recuerdos se agolpan y la nostalgia brota intensamente como el sentimiento que entristece el ánimo. Desapareció el inolvidable Bar Palentino y, con él, se cerró una etapa en la vida de nuestra ciudad mucho más interesante que la que nos ha tocado padecer tras la pandemia que parece querer aniquilar la vida de la calle principal con más inquina que la guerra civil. Al finalizar aquella, en la calle Mayor surgió un importante movimiento literario del que nacería una generación de poetas inquietos que dieron un impulso importante a la vida cultural en Palencia. Fue el movimiento Nubis, más tarde Rocamador al abrigo de la farmacia de Fernández Nieto -uno de los pocos negocios que sobreviven en la calle Mayor- donde se reunían aquellos jóvenes poetas.
Hoy, pasear la calle Mayor es pasear un cementerio de comercios clausurados que entristece a quienes amamos nuestra ciudad. Ya sé que la pandemia ha herido mortalmente el comercio, pero ¿es que las administraciones públicas no pueden echar una mano para evitar la muerte definitiva de nuestra calle Mayor?.