Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Sentimiento terraza

07/10/2023

No quiero dejar de abordar este asunto tan controvertido que ha generado tantas filias y tantas fobias. Pero lo haré, si me permiten y saltándome la motivación intrínseca de esta quincenal, desde el punto de vista de un cliente cualquiera y no desde la óptica del que se sigue sintiendo hostelero o de una persona cuyos derroteros profesionales están tan íntimamente ligados a este sector (fíjense que no aplicaré epíteto cariñoso alguno). Trasladar un texto genérico, como puede ser el de una ordenanza, a cada caso particular, que es como en botica, es una tarea ardua, compleja y desigual, y no me gustaría estar en el pellejo de los encargados de tan poco agradecido menester. Dar gusto a todos, de una parte y de otra, y dentro de cada una, a los de un lado y el opuesto, se torna imposible. Y no es una forma de hablar. Imposible. Por ello su redacción ha de ser lo más escrupulosa posible y tener en cuenta a todos los agentes sociales que puedan verse implicados, afectados y beneficiados, para tratar de encontrar un punto de encuentro con la mínima dispersión posible de la varianza para evitar todo agravio comparativo que pueda tirar por los suelos el trabajo hecho. Hay que poner encima de la mesa y bien visibles, el descanso de la vecindad, la facturación del comercio, las plazas de aparcamiento perdidas, a los propios hosteleros y a sus negocios, los derechos del ciudadano de a pie… e intentar que los destrozos sean los mínimos. No me vale tanto lo de «es que antes…», porque hay tantas cosas que cambian, y algunas hasta para bien, que lo otro de «cualquier tiempo pasado fue mejor», pues a veces sí, y a veces non. Pero sí les diré que ayer, circulando por la calle San Antonio y ahora que los días se acortan por momentos y la astenia otoñal taimadamente va enjaretándonos sus mellas, eché mucho de menos en mi tránsito visual las de la cervecería Gente y la bodeguilla Nati. Y me dio pena.  Y, de seguido a visitar a mi madre, entrar en Casañé y no sentir la de La Encina o la del Miami, con la vidilla buena que regalaban al barrio, pues lo mismo. Quiero, con sinceridad, tener en cuenta a todas las partes, pero, ayer, ese fue mi sentimiento. Y habían de ser retiradas, porque era de ley. Pero, con medida y ornato, ojalá vuelvan.