Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Sushimal

28/09/2022

Seguro que les parece raro título del artículo, así que, para hacerme entender, les explico que es porque se lo dedico al 'sushiman' que me hizo los niguiris y demás que comí el sábado en un restaurante de comida japonesa.
Y mal no porque él no sea bueno, o porque la materia prima fuera mediocre, ni nada de eso. Mal porque en una cocina de cara al cliente, y más si es frente a los que están comiendo en la barra, no se puede uno permitir el lujo de distraerse y desconcentrarse así; muchacho, tú no estabas al otro lado de la barra de cachondeo con tus colegas, tú estabas trabajando para darles de comer a ellos y también al resto de comensales que abarrotábamos tu pequeño restaurante, y ese colegueo te hizo distraerte completamente.
Y, ¿qué pasó? Pues lo que tenía que pasar, el desastre era inevitable. Algunas piezas sueltas y otras apelmazadas, piezas calientes que salieron frías, los cortes irregulares, mucha espera entre plato y plato… un sinfín de errores. Una decepción. Si a eso le sumamos el haber empezado con mal pie, porque al pedir para beber una copa de vino de Jerez, me dijeron que sólo tenían los finos y manzanillas y 'esos' por botella… pues no nos resultó nada grata la experiencia esta vez.
Lo que está claro es que si el cachondeo que nos hace perder el ritmo, la concentración, o la calidad de nuestro trabajo es imperdonable, lo es mucho más cuando este trabajo está a la vista y al oído de los clientes. Eso los camareros y trabajadores que atienden y despachan al público lo saben muy bien. Y los clientes también, que somos todos muy nuestros; nos molesta enormemente cuando atienden mejor a otros que a nosotros o cuando priorizan otra mesa sobre la nuestra, pero si somos nosotros los privilegiados por mayor diligencia o atención, no nos molesta tanto, ¿verdad?
Confieso que intento hacer ver al personal del restaurante, cuando formo parte de esa clientela privilegiada por un trato mejor y noto que otros comensales se dan cuenta, que no lo merezco y que no es correcto, sobre todo por respeto a esos otros comensales. Pero además me enfado mucho cuando se producen esos detalles o actitudes discriminatorias según a quien se atienda, que disminuyen la calidad del trabajo y la experiencia de los comensales.