Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Peregrinaje enogastronómico

20/07/2022

Algún día me gustaría escribir un libro de rutas de peregrinaje enológico, a modo de pequeños Camino de Santiago para amantes del vino cuyos destinos sean lugares míticos de disfrute máximo y, sobre todo, personas míticas de las que provocan felicidad con sus conocimientos, saber estar y generosidad. Y sin duda una de las principales metas sería La Cigaleña, en Santander, donde ejerce su maestría mi amigo Andrés Conde.
Cuando hablo de Andrés le defino como el sumiller más emocionante que conozco, pues así lo siento. Y para sumilleres y amantes del vino en nuestro país acudir al menos una vez al año a ponerse en sus manos debiera ser casi obligatorio. Porque hace de la normalidad virtud, y una pequeña charla con él o, mejor dicho, dejar que él te dedique una pequeña charla, es magia.
Incombustible buscador de botellas detrás de las cuales hay personas y proyectos con pasión, verdad y autenticidad, conocedor de las viñas francesas como muy pocos, respetado por los más inaccesibles productores y admirado por todos sus compañeros, pues es un referente para nosotros, con muchísimos kilómetros vividos y bebidos, es un fenómeno.
Tuve la suerte de conocerle hace ya casi 20 años, y rápidamente se convirtió en mi ídolo. Podría destacar muchas virtudes suyas, pero quizás lo que más me llamó la atención desde el principio es cómo, desde el discurso más friki, profunda o técnico, es capaz de emocionar o captar la atención de los comensales más ávidos del universo desconocido del vino y a la vez de los menos interesados, de los que simplemente quieren un verdejito o un riberita. Y, si le dejas, te dedica su tiempo y su cariño, seas el más VIP de los clientes o el más despistado y/o anónimo que pasa casualmente por allí.
Los palentinos lo tenemos a tiro de piedra, así que a nada que sintamos un poco de simpatía por el vino, debemos apuntar en nuestra agenda una visita. En La Cigaleña se come bien, una cocina tradicional, sencilla y muy bien elaborada, muy buenos quesos... y se bebe de maravilla, a unos precios tan populares que muchas veces el discurso gira en si realmente Andrés hace negocio con el vino. Y creo que muy poco, demasiado poco; Andrés hace amigos y comparte su pasión con todo aquel que acude a visitarle.