Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Educación Especial

15/12/2020

La Ley de Educación Celaá impulsa la enseñanza integrada y como consecuencia disminuye apoyo a la llamada Educación Especial. Pretende que los niños que tengan problemas de adaptación, cognitivos, de desarrollo por alguna alteración cerebral, sean integrados a la fuerza, metidos con calzador en las aulas de primaria. Es una línea de actuación paralela a la que se ha mantenido con los manicomios, donde a enfermos mentales se les introduce en la sociedad quieran o no, familiares, vecinos y el resto de la sociedad.
Recién nombrado arquitecto de Educación, me solicitaron un informe sobre la adecuación de dos aulas para clases de logopedia y psicomotricidad en la parte del Seminario que se utilizaba para ese fin. Quise hacerlo con la mayor y mejor escrupulosidad y fui a ver a Emeterio Fernández Marcos, eminente psiquiatra, para que me informara sobre los requisitos que debía exigir a esos espacios pedagógicos y en la visita al Centro, entendí que el purismo teórico que yo pretendía era una estupidez. 
En la visita al Centro nos acompañó un niño con extraordinarios ojos de listo, que seguía a la comitiva que me escoltaba por las aulas, hasta que alguien me explicó que aquel niño no tenía otro problema que ser hijo de una prostituta y estaba acogido en el Centro, donde se le quería y no se le maltrataba como su madre. 
Me reafirmé en que tenía que alejarme de puritanismos y requerimientos arquitectónicos y abrazar la realidad. En España estaba poco desarrollada la llamada Educación Especial, era un peldaño que se debía alcanzar. Y desde mi despacho cercano a los de Inspección, oí muchas veces protestar a los profesores por el esfuerzo integrador de un nivel a niños que no lo podían mantener, exigiendo un sacrificio a los demás alumnos; y los padres pedían crear centros especiales para sus hijos, porque ni se podían integrar, ni eran felices. 
Con la intención integradora de la nueva Ley se retrocede, pero es línea continuadora del pasar de curso con elevado nivel de suspensos. Y lo peor es que ya se acaba de frenar el primer centro público de investigación para el autismo en España.
Hay que entender que existen ritmos pedagógicos distintos.