Julio López

Julio López


62.800

24/12/2020


La última Encuesta de Población Activa (EPA) reveló que en nuestra provincia hay 62.800 personas ocupadas. No voy a entrar en que muchas de ellas no trabajan de forma efectiva por estar inmersas en ERTEs o situaciones de cese de actividad. Ni en que hay miles de subempleados, personas con contrato a tiempo parcial que desearían trabajar más horas a la semana. Lo cierto es que nuestra actual cifra oficial de empleos es esa.
Para valorar esos 62.800 empleos preciso una referencia temporal. Ya sé que desde hace meses sufrimos, especialmente la hostelería, una aguda recesión económica provocada por las medidas para frenar la expansión del Covid-19. También sé que hace una década estalló una terrible crisis financiera, que se ensañó especialmente con el sector del ladrillo, de la que apenas nos hemos recuperado. Por eso para valorar el actual nivel de empleo necesito irme más allá, y lo voy a comparar con los 75.500 empleos que tenía Palencia en 2005, cuando no se sabía qué era una prima de riesgo o un coronavirus. Sí, en estos quince años se han destruido 12.700 empleos, una pérdida del 17%.
Supongo que al lector le llamará la atención la cifra. ¿Es mucho o es poco? Pues para saberlo necesito una referencia espacial, y lo voy a comparar con lo sucedido en el resto de provincias, porque todo es relativo. En esencia, es lo que hacemos a diario con la tasa de incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes del Covid-19, porque no es lo mismo tener 450 casos cuando los demás tienen 625, que tener 315 cuando el resto tiene 190 ¿verdad?
Y aquí viene lo malo. La pérdida del 17% del empleo en Palencia es la mayor de Castilla y León, pero también la mayor de toda España. A nadie le ha ido tan mal como a Palencia en este período de tiempo, y con mucha diferencia. Y dicho esto, lo que no me parece de recibo es que nuestros políticos provinciales y municipales, tanto gobierno como oposición, no reconozcan (o no conozcan, que es peor), la gravedad de la situación. Porque sin reconocer (o conocer) la magnitud de un problema, es imposible adoptar (o proponer) medidas adecuadas para su solución.