Ilia Galán

Ilia Galán


Casa ajena peleada

30/05/2022

Es normal que uno quiera defender su casa o sus propiedades de quienes quieren arrebatarlas, aunque nuestros políticos hicieron leyes cretinas como nunca parece haber habido en la historia, favoreciendo ahora más a los criminales que a los ciudadanos respetables que cumplen con sus obligaciones, basta ver el tratamiento que pagamos a quienes habitan las cárceles y luego, presto, salen para continuar delinquiendo; basta ver a quien se daña al entrar en lugar ajeno por algún ingenio y puede denunciar a los propietarios... ¡no se meta en donde no le llaman! Nuestras leyes tienen un efecto llamada al delito pues favorecen al malhechor.
Lo que no es tan común es que dos familias se peleen por lo que no es suyo, pues querían «ocupar» la misma vivienda y -paradoja- en la calle de La Alegría de la capital palentina. El encuentro no debió ser tan alegre, a juzgar por lo que la policía incautaría: una horca, palo de madera, barra metálica, armas de baja estofa pero que matar pudieran. Uno acabó en el hospital con un corte en el brazo. En la pelea se dañaron tres vehículos. La puerta de la vivienda, ajena, reventada. ¿Y la culpa? El gobierno tiene parte en este desgobierno, pues las leyes actuales -»normas criminales»- protegen a los ocupantes ilícitos que roban el uso de un domicilio, pues cuesta horrores echarles luego de lo ajeno. 
El gobierno, sí, el de la corrupta corte donde la corona se asienta con temblores, pues no han sabido o querido legislar para que las gentes puedan habitar en un domicilio digno y la especulación inmobiliaria crece infame con grandes multinacionales que nada bueno producen sino subir los precios y llenarse los bolsillos con lo nuestro. El gobierno, que no anima con impuestos o legislaciones a soltar viviendas vacías para alquiler o venta, que no ayuda a repoblar nuestras aldeas, que deja que el campo, lo que alimenta, muera y sus gentes a las ciudades huyan, llenas. El gobierno, que gasta con deuda inmensa en tonterías y amiguitos lo que se necesita para que los okupas no existan. Si todos dispusieran de trabajo y vivienda no habría tales pendencias.