Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


«Un poco caro…

22/07/2020

Para lo que es», «no es para tanto», «no está mal para un pueblo como éste»...
¡Quien no haya escuchado o leído en foros y demás frases como estas a la hora de definir un restaurante que levante la mano! Entiendo que en todas las actividades pasará igual, a la hora de ver cómo el público en general califica un vehículo, una marca de ropa, complementos o bisutería, un deportista o equipo, una obra de arte… pero es curiosa la manera de calificar la gastronomía, teniendo en cuenta que no vamos a un museo, al teatro o a un partido cada día pero sí comemos todos los días.
Me siguen llamando la atención y en muchas ocasiones me molestan mucho las maneras infundadas y casi siempre escondidas en el anonimato de hacer daño, o de calificar enfatizando solo los aspectos negativos en una valoración. Y ya no quiero entrar en las partes interesadas que entran al trapo para machacar a la competencia, acto que considero profundamente miserable.
Porque las críticas, cuando expresan opiniones negativas, no suelen ser veladas, son más bien bombas de destrucción. Pocas veces leemos o escuchamos de manera constructiva, muy pocas veces sale un «deberían mejorar en esto» si lo comparamos con «esto es desastroso». Y, curiosamente, uno percibe que suele coincidir esta manera de actuar cuando las expectativas económicas del gasto previsto hacer se han visto algo superadas, frente a otras consideraciones.
Pero las tres frases citadas al inicio de este artículo son, en mi opinión, el mejor resumen de quien no es capaz de argumentar, no es capaz de ver más allá, o en ocasiones quien no ha entendido lo que ha comido o experimentado, aparte de quien ha pagado más de lo esperado. No siempre, por supuesto, pero casi me atrevo a generalizar. Y quiero poner un ejemplo de un buen hostelero de toda la vida, en cuyo restaurante se come de maravilla (cocina tradicional, gran calidad y frescura de materias primas, técnicas sencillas de cocinado y un servicio correcto), y que a su vuelta de comer en el Celler de Can Roca, mejor restaurante del mundo ese año, nos resumió con un «no me ha parecido para tanto» y un «es caro», seguido de un «no me ha gustado». Amigo mío, es una pena pero o no has entendido nada de la experiencia, o has sentido envidia e impotencia.