Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


La Historia

04/12/2022

La Historia nos juzgará; La Historia nos absolverá ; La Historia nos recordará ; PASARÉ A LA HISTORIA... Son expresiones muy del gusto de los diferentes dictadores de la Historia para manifestar su megalómana preocupación por la memoria de sus acciones. Desde Nerón hasta Fidel Castro nunca han aceptado el juicio negativo de sus contemporáneos, sino que lo atribuyen a una malévola incomprensión de sus acciones en la práctica abusiva de su poder. Tanto puede llegar a cegar el poder en quien lo ejerce que considera erróneos los juicios y opiniones negativos hacia su persona llegando a considerar violencia política o cultura de la violación el legítimo derecho a la libre expresión. Hace unos días, el presidente del Gobierno se expresó en ese sentido al decir que pasará a la Historia, entre otras cosas, por realizar esa heroicidad capaz de cambiar el curso de la historia y la vida de los ciudadanos consistente en desenterrar ataúdes. La respuesta a las críticas recibidas dejó en evidencia su exagerada acción defensiva que más parece ejercer la oposición a la oposición, que el ejercicio del poder. Y lo hace de un modo excesivamente agrio llegando a la provocación más violenta con la clara intención de crispar y dividir a una sociedad que observa con incredulidad las maniobras de un gobierno capaz de todo por mantenerse en el poder. Es evidente que una sociedad radicalizada políticamente favorece a los partidos que militan en los extremos. Es notable la fuerte politización de la sociedad española que se extiende a todos los estratos. El politólogo argentino Ernesto Laclau, defensor del populismo marxista e ideólogo de Podemos, ya indicó que el camino que deberían seguir los gobernantes de izquierda comenzaba por una total politización de la sociedad, lo que ya ha ocurrido en España. Se ha llegado a la expulsión del escaño y al insulto de los políticos que no aceptan determinadas leyes erróneas, ni oscuras alianzas con partidos que se declaran no ser españoles. El lenguaje de los políticos ha desbordado los límites admisibles. Contención de las peores emociones y mejor utilización del lenguaje serían muy necesarios para mejorar la acción política.