Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Destreza

23/04/2022

Miren, queridos lectores, que tenía pendiente la publicación de la segunda parte (y II) de la columna titulada Disculpen (I) que ocupó este mismo espacio hace un mes. Y disponiendo, además, de la liberación quincenal de tenerla meditada, repensada y mentalmente escrita, solo era darle a la tecla. Pero, en ocasiones, cuando la justicia entra por la puerta, el orden establecido ha de saltar por la ventana y que lo merecido tenga el lugar que le corresponde cuando es menester y de ley.
Siendo testigo de un desbordante alarde de profesionalidad en la atención al cliente de hostelería que tornó en súbito deleite cada vianda servida, no me ha quedado más remedio que posponerla y rendir un sincero homenaje al camarero que sacó adelante con más que honores el servicio de la cena mensual que disfrutamos los miembros de la Asociación de Gourmets de Palencia este pasado jueves.
El trabajo realizado por parte de este profesional fue encomiable. Con la ayuda del cocinero, que se animó a presentarnos los platos y demostró tener tanta pericia en el servicio como mano en los fogones, se metió p'al pecho un ágape de treinta y cuatro comensales con la misma amabilidad, atención y buen hacer de principio a fin.
Seguro que recuerdan su primera vez al volante de un automóvil. Retrovisores, marchas, embrague, acelerador, freno, cambiar de carril, uno que se mete sin intermitente… un mundo entero lo que dos meses después, a base de repetición, ganas y concentración era coser y cantar.
En la hostelería, como en tantos ámbitos, la actitud lo es todo. Y a base de formación, se aprende. Y de concentración, se ejecuta correctamente. Y de entrenamiento y repetición de esas destrezas, la naturalidad perfecta del servicio aflora sola. Y cuanto más tatuado en las entretelas tengas ese bagaje, con más agilidad y seguridad desarrollarás la tarea, aún en momentos de presión y estrés. Y ahí quedará más espacio mental para la amabilidad sin que el mundo se te venga encima. El que la tenga, claro. Porque el mejor no es el más rápido, es el que más rápido lo ejecuta perfecto si hay que meter la directa, que no siempre.
Así fue este servicio. Y fue realmente excelente.
Para todos aquellos excelsos camareros que se nos vienen a la cabeza, y, hoy, en su representación, para ti, Pedro Francisco.

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