Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


Niebla  

01/10/2021

En el mes recién terminado el tema recurrente siempre es la educación, y este año de reforma, con mayor motivo. La situación de la educación actual es como la de un día de niebla cerrada, nadie ve con claridad y divagamos en la oscuridad. Es como el peregrino del Camino de Santiago que imbuido de valores potentes cree tener fuerzas para no esperar la primavera y hacerlo en invierno. Después de una tormenta de nieve y una semana de heladas se pone en camino. Durante tres días camina sobre la superficie helada y el cuarto advierte que la blanquisa comienza a moverse y se va despiezando en mil trozos. Los valores de los que partió se han disuelto con el deshielo y ahora le resulta muy difícil caminar; ¿Cómo soportar ahora los días duros sin valores? Este invierno donde los valores se ‘desvalorizan’ es el nihilismo.
En este contexto hemos perdido la orientación, no sabemos dónde estamos, ni dónde vamos: la educación es la jaula de niños y adolescentes mientras los padres trabajan, es la forma de encontrar un trabajo que te permita consumir, es un instrumento de adoctrinamiento y propaganda, es un modus vivendi…, es decir, estamos perdidos. Lo que parece cierto es que la sociedad necesita hogares permanentes, refugios estables que nos liberen de esa intemperie de debilidad  y blandura que nos invade. Mientras tanto, tendremos que esperar en medio de la desesperación y perseverar en medio del desastre de la falta de esfuerzo.
Pudiera suceder que estemos asistiendo a un desvanecerse de la civilización en medio del auge de las técnicas. El hecho de que visitemos Las Edades del Hombre y nos sintamos herederos de ese legado de siglos no quiere decir que nos hayamos apropiado del espíritu  que las produjo; de la misma forma que apropiarse de un cadáver no  es poseer su alma. Dice N. Gómez Dávila: «El espíritu escondido en los despojos de una civilización no habla sino al que con su propia vida lo vivifica y al que con su propio ardor lo inflama…». Este es el espíritu de la educación que no se ha captado, ni esperamos que se vislumbre en el estado de niebla cerrada y de manipulación totalitaria en que estamos.