Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Roto el Contrato Social

17/01/2023

España ha roto su contrato social. La situación es gravísima. 
En Castilla y León, los Comuneros promulgan la Ley Perpetua en 1520, una ley marco, precedente de la Constitución Española. Establecido el marco, se adopta una forma de gestión y para ello establece Rousseau lo que llama el Contrato Social, principios de derecho político de libertad e igualdad, bajo un estado institucional que respetaba la voluntad social como fuente de derecho, de donde todo emana. La revolución francesa consagra el modelo. Su base: la guerra no es un derecho y la legislación debe mantener el mando del poder legítimo de un estado liberal, que tenga en cuenta que donde manda mucho el estado se pierden libertades. Eso da derecho a la desobediencia civil, que proclamara el fabricante del lápiz Conté, el americano Henry David Thoreau.
Nuestra nación era un estado donde el que trabaja cobraba. Principio hoy roto. Ahora se paga subvención sin trabajar, antes solo obtenida para paliar el paro, enfermedades, o procesos de desgracia; hoy se dan dádivas estatales, en gasolina o la cesta de la compra, haciendo depender a los españoles de esas propinas. 
Ahora los separatistas rompen el estado de forma unilateral. Rufián declara en una rueda de prensa que el Rey, máxima figura institucional, no les representa en Cataluña ni en el resto del estado y al picabaralla no le ha pasado nada. El país se ha anestesiado, los españoles, entontecidos; las instituciones, adormilado; y un presidente de gobierno que llama a todo eso progresismo. Un contrato social roto, sin que exista otro modelo sustitutorio, como dice Margallo. 
La democracia se ha suicidado, César Antonio Molina lo fija; el partido socialista está agónico, en lucha por una existencia que decía Unamuno y los españoles solo ponen carbón de Reyes en las ventanas de Ferraz.
Con esa decepción, Thoreau puso en su casa del Walden solo tres sillas: una para la soledad, otra para la amistad y la tercera para la vida social, y decía que jamás halló una compañera más sociable que la soledad. 
Con los pedazos del contrato social esparcidos por el suelo, solo cabe esperanza de nuevas elecciones, si se permiten.