Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


Antonio de Nebrija

27/02/2022

El pasado lunes, 21, el Rey Felipe VI inauguraba, en el teatro Real de Madrid, el año conmemorativo del quinto centenario de Antonio de Nebrija. Humanista de formación renacentista estudió en profundidad la lengua española, cuyo fruto fue la publicación de la primera gramática de nuestra lengua. Estudió en Salamanca y en Bolonia, dos de las universidades más prestigiosas de la época. Hoy quiero recordar su valiosa obra, publicada en 1492, el año en que  finaliza la reconquista, en Granada. Es también el año del descubrimiento de América. Ambos acontecimientos se recogen en el prólogo que Antonio de Nebrija escribe y dedica a la Reina Isabel la Católica como artífice de la historia que estaba en curso en aquel año de 1492. Nebrija insiste en la necesidad de consolidar el estudio de la lengua castellana para reforzar la unidad nacional recién constituida. También subraya el carácter didáctico de su libro como instrumento necesario para el aprendizaje de nuestra lengua por parte de los nuevos españoles de las tierras recién descubiertas en el Nuevo Mundo. El valor de esta primera gramática va más allá de su interés filológico -siendo este enorme- y tiene unas importantes implicaciones políticas que hoy tratan de destruir los movimientos separatistas que gobiernan en España. En Hispanoamérica, con el avance de los gobiernos comunistas disimulados de indigenismo populista, llevan años reavivando la leyenda negra contra España y su inmensa tarea colonizadora. Incluso el Papa Francisco, argentino de nacimiento, ha condenado públicamente aquella labor, sin tener en cuenta que, gracias a ella, él está hoy en el Vaticano como jefe de la Iglesia Católica que España llevó a América. Se manipula la historia de España para adaptarla a espurias intenciones políticas y crear un clima hostil hacia nuestra lengua y nuestra cultura, impulsado desde España. Quinientos años después, la obra de Nebrija sigue vigente, pero en España no podemos ver ningún ejemplar en su primera edición, ya que, el único que se conserva, se encuentra en la British Library, de Londres. Las veleidades de la fortuna patria.