Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


¿Y después qué?

14/11/2023

Un periodista con opinión y palmero de profesión me confesaba la preocupación que mantenían sus compañeros y él mismo de no poder contrarrestar las consideraciones en las tertulias de televisión con personas políticamente reconocidas; no tenían argumentos. Cuando Ábalos, el ministro de las maletas de Venezuela, mantenía que las manifestaciones a la puerta de la sede del PSOE no estaban autorizadas, Celia Villalobos entre otros, le mostraba la doble vara de medir entre esos actos y el beneplácito gubernativo con los que en Barcelona dejaron a policías inválidos de por vida. Para Ábalos las comparaciones terminaron siendo odiosas. Si un político culto como Margallo debate en las mañanas de TVE, tampoco hay argumentos en contra. Si la ministra de Ataquines, cuestionaba al alcalde Almeida el gasto del Ayuntamiento de Madrid en la Jura de la Constitución de la Princesa Leonor y éste los comparaba con socarronería con los gastos del Tsunami Democrático, condenado por terrorismo y que ahora se pretende amnistiar, no había considerandos. Y es que hay pactos como 'el de la vergüenza' que hacen incomparables las alianzas ideológicas entre Vox con el PP y la de Bildu con el gobierno, aún con sangre sin secar por arrepentimiento. La doble vara de medir la quiebran personas como la jovencísima Pepa Millán que callaba con su seguridad interna a Carmelo Encinas, periodista de Prisa, o cuando Alvise Pérez, analista e investigador de Ciudadanos, nos presenta la realidad del hijo de Cándido Conde Pumpido, y Antonio Jiménez de la 13 TV nos muestra la verdadera cara y formación de Santos Cerdá, mediador en causas imposibles. Tras esta ruptura argumentaria, ¿cuál es el futuro? La historia enseña que gobernantes corruptos, minorías militantes y mayorías indiferentes crean ambiente para que el déspota avasalle las libertades individuales y suprima el estado de derecho. Por lo que su única respuesta 'al ahora', es un puñetazo en la mesa para sustituir la democracia por la dictadura mal llamada «democracia» comunista, apoyada en inverosímiles pagas a seguidores, que irán sustituyéndose por la robotización cuando estos ya no interesen.