Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Lo consiguieron

04/11/2023

Hace algún tiempo tratamos este asunto con cierta profundidad genérica, pero creo necesario conceptualizarlo con alguna concreción precisa que ejemplifique los casos de éxito como paradigmas de tal teoría. Y es la de la diferenciación extrema como argumento del llenazo de ciertos locales de hostelería.
Miren que el gusto por las croquetas puede trascender toda lógica y partir por la mitad toda teoría del hartazgo pero, aun así, veo a todas luces imposible que un ser humano pueda centrar su alimentación, por elección y gusto propios, solamente en tal ambrosía culinaria. Recuerdo aquella celestial salsa brava que procuraba colas interminables en el salmantino bar El Tenderete y cuyo propietario, Ángel, llevaba años sin catar porque tanto roce diario traspasó las fronteras del cariño transportando su relación a los estratos de la simple relación de compra-venta y sustento del negocio.  
Pero desde la óptica del negocio es patente que existen mecas que han alcanzado tal punto de exclusividad en algún extremo del recetario que la peregrinación al mismo se antoja obligada si de disfrutar del platillo en cuestión se trata.
Y es que he sido testigo in situ en los últimos días de casos como los que anticipo y que llevan años a la cabeza del sold out diario cuya bandera es la de «esto es lo que hay» sabiéndose tenedores de un santo grial gastronómico sólo disfrutable entre sus paredes y que ha ascendido a la categoría de tradición insustituible.
Léase cierto restaurante ubicado en el leonés pueblo de Valderas donde «sólo bacalao o conejo»" (botella de prieto picudo madreado «pa´bajarlo tó») y el café, si lo quieres, al bar de al lado. Y colas en cada jornada para sentarse a la mesa. O, anteayer mismo, cierto establecimiento cuya carta sólo alberga un único epígrafe, el cocido, eso sí, excelso y los 365 días del año.  
Mil y un casos similares les vendrán a la mente.
Conseguir una especificidad tan absoluta por la que el mundo haga cola en tu puerta es un mérito innegociable y en muchas ocasiones años de dura lucha preceden a tales laureles. 
Y si no, como en el caso de la coca-cola que en todos lados es la misma, diferenciarse por un trato exquisito al cliente que le haga sentirse a gusto, mimado y querido puede estar al alcance de cualquiera desde ya.