La intolerancia antropológicamente es el repudio al humanismo, y se muestra ante la discrepancia, el inconformismo y la disensión, y es característica del pensamiento ofuscado del ser humano, es decir, contraria al orden social y jurídico establecido, y a la sociedad en la que se participa y vive, es la forma de oposición agresiva que justifica el comportamiento insocial de la persona. Suele ser también la forma de gobernar de los sátrapas en las autocracias y en los regímenes autoritarios, donde el proteccionismo despótico y el mercantilismo arbitrario, invaden completamente la vida social, a través de leyes y normas perversas y contrarias al buen sentir de la historia. La obstinación o intolerancia se fundamenta en los actos neuróticos, en la praxis incívica del ser humano en todos los ámbitos en los que se desenvuelve, y anula el consenso para lograr acuerdos fecundos que mejoren el bienestar, y empaña el dialogo entre los pueblos y naciones del mundo y entre quienes conviven en un mismo lugar para conseguir el entendimiento. La intolerancia desaprueba el sentido común entre seres humanos sociables, originando una multiplicidad de pensamientos ideológicos con disparidad de opiniones contrarias, las cuales dispersan el fiel servicio a los intereses y necesidades de los ciudadanos. Y no admite la crítica sosegada y pacífica, porque el contravalor intolerante sostiene posiciones doctrinales contrarias al consenso, imponiendo sus sesgadas conclusiones sin apoyos, y sin debates, ante la torpeza de proposiciones enfatizadas y contrarias a los derechos y costumbres de las sociedades y de las mayorías, ello por la ignorancia que aporta la variación del raciocinio. Ante todo, el contravalor de la intolerancia es una patología psicológica que sufre el ser humano ante su desmedida falta de saberes, y ante un pasado de frustración ontológica, que afluye en la imposición de mandatos de manera  deformada de la realidad, y sin respuesta individual o grupal necesaria en las democracias y en la convivencia social del ser humano, en sus relaciones con otros. La intolerancia, pretende desde el sectarismo histérico controlar el pensamiento a través del adoctrinamiento,  modificando la conducta humana.