Con firmeza. Como mujeres y hombres que manifestaron repulsa y pidieron el cese por «comportamiento inadecuado». Lo más suave entre los múltiples calificativos pronunciados sobre este señor, en la radio. Si en público se permitió tal ¿audacia? quizá ¿arrebato? Podía hacerlo en órdenes, trato dado al equipo, lejos de focos. Si ellas pudieran hablar… Mejor no echar más leña al fuego. Una persona alcanzó una meta que no supo conservar. Ha sido juzgado por una sociedad que ya no admite comportamientos machistas. La caída, dura, la repulsa unánime. Las campeonas merecieron más gestos y palabras de admiración y elogio. Cuando escribo mi columna pienso, apenada, en las grandes perdedoras, lejos de un camino agradable y tranquilo. Hablo de madre, esposa e hijas. Oí opiniones terribles que aumentaron en intensidad con cada palabra. Ellas asistieron a un linchamiento verbal. Sufren, en silencio.
Escribo la última columna de este caprichoso agosto pleno de frío, viento, calor, más calor, y otra vez frío, aunque no llegaron los temidos vientos huracanados ni lluvias torrenciales. ¡Menos mal! Y si muchos turistas que visitaron nuestra hermosa tierra perdieron días de sol no sufrieron más molestias que las típicas de un verano que ya no es como Dios manda y que, según los meteorólogos, irá aumentando grados. El botijo volverá cuando el bolsillo lo haga necesario.
Y admiro la fortaleza física de mi querida amiga Carmen Quintanilla que no ha perdido detalle de las Fiestas de Santa Rosa, en Venta de Baños, asistiendo a los actos programados, sin perder comba. Carmen, eternamente joven y con ese sentido del humor tan característico. A todos los palentinos les deseo felices fiestas y que San Antolín reparta música, humor y respeto los demás.