Ilia Galán

Ilia Galán


Dientes sin justicia

08/05/2023

Triste es contemplar una huelga de empleados de juzgados concentrados frente al palacio de la justicia por lo que parece una injusticia, reclamando todos ellos, unos 240 en Palencia, la subida salarial que les corresponde. Se incluyen gestores, tramitadores procesales, auxiliares y hasta médicos forenses. Todos ellos necesarios para un juicio correcto, el que parece que en los últimos tiempos hemos perdido. Mientras tenemos una masa ingente de políticos a los que nutrir y algunos con excesivos sueldos, médicos o personal de la justicia hay pocos para las labores crecientes que se les exigen y peor pagados que en otros tiempos. 
Ya Santob (Sem Tob) de Carrión decía en el siglo XIV que era importante cuidar que los jueces no se vendiesen e hiciesen imparciales sus veredictos en los juicios, lo que retomó su paisano el Marqués de Santillana. Nos hemos acostumbrado, afortunadamente, a que policías o personal del sistema judicial sean honrados trabajadores, responsables y justos, salvo tal vez en las más altas esferas, las que les contaminan desde el gobierno. A casi nadie se le ocurre siquiera pensar que a un policía o a un funcionario de un juzgado se le pueda sobornar para animar en una dirección u otra una multa o un proceso. Esto no es así en siempre: en algunos países de América es común la mordida o el soborno, también en África. Un remedio que ayuda a evitar estos males, junto con la vigilancia, educación y rigor morales, es aumentar los salarios para evitar la penuria en sus familias y que por vivir miserablemente se vean animados a delinquir. Por eso, nos interesa que estén bien pagados y que puedan desarrollar sus funciones con dignidad, para evitar tentaciones innecesarias que ahora todavía no se dan. Mucho dinero circula en proyectos políticos estúpidos, para extremos innecesarios que pueden cambiarnos no solo el sexo sino el entendimiento.
Ofrece un partido en las elecciones municipales de Palencia un centro de odontología gratuito, ojalá fuera posible este justo empeño, pues la boca es muy necesaria para nutrirnos, o comunicarnos y no solo para decir tonterías.