En los últimos días se ha desatado la polémica por un supuesto engaño al concurso de vinos Gilbert y Galliard, en el que al parecer resultó premiado 'el peor vino de un supermercado', haciendo mofa de la seriedad del concurso y de los jurados que otorgaron el correspondiente galardón. Una maniobra morbosa dirigida por un programa de televisión belga y, además, implicando con la imagen de cabecera de la noticia al Concurso Mundial de Bruselas, que es el concurso más serio y profesional de cuantos conozco y he participado, siendo prácticamente ya el único al que acudo desde el año 2009.
Y es que nos gusta el morbo y en el caso del vino un tanto más; el hecho de catar a ciegas, sin saber qué vino se está probando y hacer una valoración desde el hedonismo y la experiencia del catador, levanta suspicacias por la incredulidad del público a que sólo catando una persona sea capaz de poder acertar qué zona del mundo es el vino en cuestión, o qué variedades de uva tiene, o qué tipo de elaboración o crianza, o incluso más detalles.
A nadie le extraña, sin embargo, que cuando llevamos el coche al taller porque suena un poco raro, simplemente por el sonido del motor el mecánico pueda decir cuál es el problema concreto que tiene el coche, o que un médico al vernos una irritación o escuchar los síntomas que le contamos pueda saber qué afección, irritación o alergia podamos estar padeciendo. Porque lo del vino es más morboso, y más dado al chascarrillo y al escarnio.
Así que no queda otra esta semana que defender a los concursos de vino serios, concretamente al Concurso Mundial de Bruselas que es el que se vio más implicado; evidentemente si en la noticia hubiera salido la foto del concurso de la asociación de vecinos de mi barrio, hubiera tenido mucha menos repercusión, el sensacionalismo no hubiera tenido su efecto ni hubiera llegado a tantos medios o tenido tanta difusión. No es lo mismo el penalti que falla el delantero de un equipo en categoría regional que el que falla un jugador de un equipo de Champions, ¿verdad?
Y mi crítica feroz a los medios, sobre todo a los supuestamente serios, y a los titulares insultantes y descarados que se usan tan interesadamente, sobre todo cuando falsean la realidad de la noticia.