Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


Políticas innobles

02/06/2023

En las naciones más antiguas del mundo, guardianas de la historia; celosas de sus tradiciones y de su cultura, prolifera la disputa de la sinrazón, el alarde de la inmadurez, la vaciedad intelectual de políticos y mentores, en una obstinación permanente por llegar a los momentos áridos del pensamiento, de la expresión y de las malas conductas, de tal forma que se elaboran multitud de normas de vida efímera, vacías de contenido social y jurídico, pero atestadas de lagunas, de sonrojo y de injusticias, de talante liberal maquiavélico, fruto de personas inmaduras para ocupar cargos y oficios; personas pretenciosas para asumir responsabilidades; personas impreparadas para la crítica y el consejo. Las políticas innobles, despóticas y dominantes son las que conducen a la pobreza del pueblo desde el ejercicio del filibusterismo, desoyendo la voz de quienes claman por la justicia social prometida, marco de las políticas deprimentes, ajenas a las necesidades de las gentes, siendo la antesala del desorden. Las políticas innobles tienen su sesgo en la mezquindad, donde se impulsan los conflictos y la iracundia, y cuyos resultados producen hambre, muerte y desolación. Las políticas innobles se originan cuando triunfa la ciencia de los ignorantes frente a la opinión sosegada del saber, o cuando el vaticinio de los augures concede riquezas y bienes en demasía frente al despilfarro total. Ortega y Gasset en su ensayo La ausencia de los mejores, decía que tras la abundancia de personalidades, venía una masa exigua, insuficiente e indócil. Gregorio Marañón en su ensayo Examen de conciencia, señalaba que en los tiempos de paz hay normas sociales que señalan el camino recto y el retorcido. De estos ilustres pensadores se desprende que el conjunto indócil ofrece políticas innobles, y en el camino retorcido se hallan las políticas mezquinas, que vienen a ser la perdición de pueblos y naciones. Las políticas innobles pertenecen a los desgobiernos insociales y antidemocráticos, cuya perfidia hunde la convivencia pacífica en el abismo de los tiempos bárbaros y de los campos yermos. De tales lugares sombríos se renace de la mano de la cultura humanística y de la espiritualidad del alma desnuda.

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