Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Abuelitas de hoy

10/06/2023

¡Hay que ver cómo son!. Sí, todos hemos tenido abuelos que han querido muchísimo a sus nietos, pero es que las abuelitas reinantes y reinonas actuales son como para quitarse el sombrero ante ellas. En muchos casos, los papás de las criaturitas trabajan ambos y, por lo tanto, el tema tiene sus porqués en los inicios: -Mira, mamá, si puedes ir hoy a recoger a los niños a la salida del cole, es que, hoy, yo... -Y... ¡cómo no!, la abuelísima corre, primero porque se lo  pide su hija y segundo, porque adora a sus nietos. Y así, van pasando días y se amplía el tema: Ya no sólo los recoge al salir del colegio, es que como los papás y mamás de los  retoños tienen sus compromisos por la tarde, pues... la abuelita se los lleva a comer a su casa hasta que sus progenitores regresen de la cuchipanda. Y mientras tanto, la abuelita compra, cocina, friega y cuando ya, de noche, los papás recogen su producto, ya se los llevan cenados... han dado la gran tabarra a la abuelita, han alborotado la casa, han hecho mucho ruido abriendo puertas y cajones, han impedido esa cabezadilla que a la abuelita la sienta tan bien después de comer... ¡Y un montón más de etcéteras! Y en muchos casos, la abuelita no es un roble precisamente. Conozco algunas que cuando andan tienen que pedir permiso a un pie para que pueda responder el otro. Otras, padecen de todos esos líos que padecen las abuelitas: tensión... miopía... varices... taquicardia... ¡En fin, que están más para ser cuidadas que cuidadoras! Pero los hijos actuales tienen un concepto del abuelismo moderno, sobre todo del femenino, completamente distinto del que yo disfruté. ¡Disfruté, sí, porque aquella querida y recordada abuelita, me llevaba al barquillero los domingos, y con aquella ruleta obtenía unos barquillos que me encantaban. Me subía al columpio, mientras ella manejaba la cuerda, con suaves empujoncillos, me compraba y me contaba cuentos, de los que algunos era autora, me peinaba con tirabuzones... pero luego me llevaba a casa de mis padres, ella se volvía a la suya, y salvo algunas ocasiones en las que se celebraban cosas familiares, mi madre se ocupaba de mí y mi abuela campaba a su aire. Pero ahora no. Ahora, las abuelitas, y algunas de ellas incluso con molestias y sacrificios, campan al aire que las marcan sus hijas. ¿Con el consabido agradecimiento?.. Pues... no sé... no sé....