Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Viene Zelenski. Y eso ¿a quién le importa? A Sánchez, claro

27/05/2024

Pedro Sánchez desaprovecha pocas ocasiones. Y en campaña electoral, menos. Así que la 'photo opportunity' este lunes con Zelenski, que viene a pedir más ayuda cuando la guerra con Rusia -la invasión rusa de Ucrania- lleva ya casi dos años y medio, va a ser utilizada no poco por el presidente español para promocionar su estatuto de 'cooperante con el sufrimiento ucraniano', un sufrimiento que, desde luego, no tenemos derecho a olvidar. Quiéralo o no, Zelenski, como otras figuras mucho menos respetables -Milei, sin ir más lejos-, irrumpe en la campaña española de las elecciones europeas, en las que de lo que menos se habla es del futuro de Europa y mucho se discute, en cambio, sobre el futuro de Feijóo, de Sumar, de Podemos, de Vox y, claro, del propio Sánchez.

Desde luego, la llegada del presidente y jefe supremo de las Fuerzas Armadas de Ucrania se produce en un momento que, dadas las tensiones nacionales, con España de mitin y de manifestación anti amnistía, sería idóneo para pasar desapercibida. Ya verán cómo La Moncloa procura que eso no ocurra, y conste que me parece bien, porque ya digo que no tenemos derecho a olvidar las terribles penalidades por las que está pasando un país situado en Europa y sometido a la devastación decretada por un ser, el habitante del Kremlin, que sin duda significa la mayor amenaza para la paz mundial* al menos hasta ver si en noviembre se cumple la posibilidad de que alguien que jamás debiera serlo se convierte en presidente de los Estados Unidos. De eso, ya ven, nadie habla aparentemente en esta campaña electoral europea, y sin embargo nos va mucho, casi todo, en ello.

Lo único que yo digo es que a los europeos, y acabo de regresar de una visita al corazón histórico de Europa, parece importarles muy poco la terrible espada de Damocles que pesa sobre sus cabezas, y eso nos incluye, claro, a los españoles. No nos damos cuenta de que de la UE depende nuestro presente -y no solo por los fondos 'next generation'- sino también nuestro futuro, incluyendo el territorial, que es nuestro mayor problema. Sánchez, con oportunismo no exento de realidad, va a presumir de haber desmantelado el secesionismo catalán para diluirlo en las doce estrellas de la bandera europea: ¿quién se acuerda ya de la estelada? En parte, sin duda, es cierto; lo que no sabemos aún es dónde parará esta loca carrera por buscar socios 'contra natura', cuya penúltima etapa se cumplirá este jueves con la aprobación definitiva de la ley de amnistía en el Congreso. Pero eso, repito, ¿le importa a alguien ya a estas alturas del olvido y tras la mayor batalla política que en torno a una ley se haya dado?

Luego, en el calendario infernal, están las elecciones, la constitución del Parlamento catalán, la investidura (o no) de Illa, el retorno, jueces mediante, de Puigdemont y, claro, lo que Puigdemont pueda hacer o dejar de hacer con sus siete escaños en la Cámara Baja, es decir, si puede o no obligar a Sánchez a convocar elecciones anticipadas. Un panorama apasionante, sin duda, que va a dar un nuevo gira copernicano a la política española, como lo hizo en las elecciones europeas de hace diez años: recuerde usted aquella imagen triunfal del emergente, hoy tan declinante, Pablo Iglesias. Sic transit gloria mundi.

Pero a mí, al menos, en este día, prólogo de otros muchos días, solo me cabe en la cabeza la imagen de las casas destruidas, de los niños muertos o heridos, del exilio forzoso de millones de personas, de los cañones humeantes de los tanques, del hambre, del frío, de la sangre. Y hablo, claro, también de Gaza entre los problemas que la UE debería considerar prioritarios y que se le van de las manos a Pedro Sánchez, aunque quiera sobrevolarlos y hasta liderarlos con su prédica del Estado palestino y su crítica -hasta Margarita Robles la secunda- a Israel. Todo eso, este lunes, jornada de la fugaz visita de Zelenski, que hoy es la imagen digna de las víctimas del planeta, no podemos, no debemos, dejarlo de lado en medio de este juego de tronos en el que andamos metidos, quién sabe para qué, porque no se molestan demasiado en explicárnoslo.