Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Horas muertas

01/04/2023

O muy vivas. Son de las que te dejas llevar con los ojos vueltos de imaginación y sueño. O las que te obligan a mover las manillas del reloj a manubrio y esperar que los digitales se coloquen en su sitio por orden de nadie sabe. Que ya saben que, por un lado, están las que te roban o te regalan en función de la luz y el ahorro, en concreto, dos veces al año para reincidir con gozo. Y, por otro, las que pierdes a título personal porque te sale de tu interior más intencional. Resumiendo; que palmar tiempo y minutos por placer es una asignatura dependiente que no se enseña en ningún centro educativo. Como mucho algún motivador y/o entrenador personal/grupal, que son algo así como los monitores de los campamentos de antes y que te animan a dejarte llevar a una paz interior que ya tenías. A lo mejor es que se trata de tener tránsito intestinal holgado para que no te salga el bravío que encierras y que es políticamente incorrecto. Vamos, que sé yo. Que son cosas que me dice Tiburcio, que aboga por el aburrimiento como método esencial para dar rienda suelta a las quimeras idílicas o diabólicas. O sea, reseña, que es muy bueno tener un momento para no hacer nada, quieto, olvidado en el ensimismamiento, como si fueras un rural esperando algo que no llega o pasa de largo. Un placer, refunfuña, el mantenerse estático en el sillón de mimbre, dejando caer los brazos al vacío de la gravedad leve y sospechar un ligero babeo que lleve a un ronquido de tractor Barreiros venido arriba por la ladera que baja. Ahí te lo deja, en todo lo alto, mientras vas anotando cuitas que se transforman en benevolencias que quieren significar todo lo contrario. Está que se sale, dicen los vecinos del cotarro y la rotonda. Ahora ya no ladra, ronronea en su apnea de metáforas latentes. Y los listos, los que dicen entender, buscan el diccionario, que está lleno de palabras que se las lleva el viento por gordo que sea el tomo. Y es que se van como locos sin renglón los minutos que no se apuntan. Serán cosas de la primavera secante, sin lluvia ni caracoles de abril. Pero no se engañen. Todo ha sido fruto de la tensión que vive fuera y de la que sufre en sus carnes vetustas. Toca medicarse y acercarse para unos análisis casi sintácticos.

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