Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Negociación o chantaje

12/09/2023

Antes de una investidura los partidos deben agruparse para constituir bloques ideológicos, de apetencias o interés común en la nueva gobernación que plantean las elecciones. Teóricamente perfecto. Luego, habrá pequeñas transacciones que no deben alejarse del resultado electoral, para no constituir una perversión del sistema. Es en ese momento donde debe recurrirse a expertos observadores de un establishment común e independiente, en nuestro caso la Unión Europea. Será una perversión del voto y del sistema que el bloque que salga de las urnas como ganador,  por los pactos llegue a ser el perdedor. Esa no es la voluntad de la mayoría que debe gobernar en la democracia parlamentaria. Llegará el día que la UE nos dotará de esos veedores o vigilantes del sistema electoral. ¿Y mientras? Debe quedar claro que una cosa es la negociación y otra el chantaje para facilitar la gobernación. En ese caso, la última instancia, la Real, debe imponer el criterio justo. Pero en España ese criterio independiente ha sido vapuleado, eliminando en lo posible su credibilidad para impedir su gestión. Se le achaca que la gestión le viene de herencia, vicios y virtudes que lo único que pretenden es imponer otros modelos alejados del sistema parlamentario en el que estamos. Esos criterios nunca debieron permitirse por inconstitucionales, antes de haber modificado por cauces legales la Constitución. Con las actuaciones que se siguen en este momento se produce un secuestro de la democracia, que deberá denunciarse por los partidos donde proceda. Los tratos vejatorios y humillantes no son para los ciudadanos que ven su voz callada y asisten con impotencia a la actuación de un sistema ajeno. Es profundamente antidemocrático el pensamiento de las películas de vaqueros, cuando mandan a morder el polvo al adversario político. O todos, o nadie, muerden el polvo y esa frase denota una falta de expresión en libertad. A Frankenstein de Shelley se le hace reformista y progresista y pone de manifiesto algo que no puede suceder en democracia: jugar a dos barajas. Desde el exterior se nos demanda firmeza y seriedad. Desgraciadamente no las damos.